Flor Luna Victoria. (Foto: Andina)
Flor Luna Victoria. (Foto: Andina)
Editorial El Comercio

De un tiempo a esta parte, el tema del plagio se ha convertido en una incómoda astilla que ha hecho saltar a varios políticos de sus asientos. Desde nuestro país, donde la detección de plagios terminó por pinchar la travesía electoral del candidato César Acuña, hasta México, donde una denuncia periodística reveló que el actual mandatario Enrique Peña Nieto había reproducido irregularmente extractos para su tesis de licenciatura, estas acusaciones han dejado –ahí donde se detectaron– manchas difíciles de enjuagar.

Si bien es cierto es reprochable que cualquier persona –indistintamente de su cargo– se apropie de un material ajeno y lo pase como propio, que lo haga la cabeza de un organismo encargado de garantizar la calidad educativa universitaria es el colmo de la ironía. Y por ello mismo, el asunto debería esclarecerse prontamente. 

Como se sabe, la recientemente nombrada jefa de la Superintendencia Nacional de Educación Superior (Sunedu), Flor Luna Victoria Mori, tuvo que afrontar algunas críticas desde su designación, principalmente de quienes ponían en duda su idoneidad para el cargo. Sin embargo, en los últimos días estos cuestionamientos alcanzaron ribetes sísmicos cuando denuncias periodísticas evidenciaron que ciertos artículos suscritos por Luna Victoria contenían oraciones, e incluso párrafos, de otros autores que no habían sido citados como corresponde.

En efecto, cuando menos cinco artículos, firmados siempre en coautoría por Luna Victoria, presentan unos 17 casos de presuntos plagios. Esto porque varias páginas de dichos estudios contienen extractos reproducidos irregularmente de otros autores que no fueron citados ni entrecomillados, como se estipula en la academia. Algunas oraciones de los textos de Luna Victoria, inclusive, ni siquiera muestran los retoques del parafraseo sino que exhiben un grado de similitud tal que parecen calcos fieles de otros autores.

A modo de respuesta, la Sunedu publicó un escueto pronunciamiento en sus redes en el que se refirió a las primeras denuncias. Según el anuncio, Luna Victoria “no [era] autora del citado artículo” y su nombre apareció consignado como una de las titulares del texto debido a que ella había ‘asesorado’ a la otra coautora. El argumento, sin embargo, pierde fuerza si tomamos en cuenta que este –y los otros artículos– aparecen registrados en el Consejo de Ciencia y Tecnología (Concytec) como parte de la cosecha académica de la hoy jefa de la Sunedu.

Anoche, además, la propia Luna Victoria señaló que los casos presentados “no son plagios”. Sus descargos, sin embargo, dejaron muchas respuestas pendientes.

Pues aun si se tratase de un caso de plagio por descuido –una de las justificaciones que parece haber tratado de deslizar–, preocupa sobremanera que una persona ligada a la academia y al ámbito universitario como Luna Victoria muestre una ignorancia supina al desconocer pasmosamente las formas que debe guardar cualquier trabajo académico.

En ese sentido, es saludable que el ministro de Educación, Idel Vexler, haya anunciado el inicio de investigaciones para determinar la veracidad de las denuncias contra Luna Victoria, quien hasta el cierre de esta edición permanece en el cargo. Y también que la Comisión de Educación del Congreso haya citado, para el próximo lunes, a la jefa de la Sunedu por los indicios de plagio. Atendiendo a lo contundente de las pruebas en su contra y a la debilidad de su defensa, no obstante, lo que corresponde será no dilatar más esta situación y, de confirmarse las acusaciones, removerla de su cargo (como, en efecto, ya han solicitado los miembros del Consejo Directivo de la Sunedu en un pronunciamiento remitido tanto a Vexler como al propio presidente Pedro Pablo Kuczynski). Después de todo, y sin perjuicio de las críticas que la propia Sunedu pueda suscitar, no se puede sostener que quien la preside no conserve un carácter impoluto.