Esta semana, el presidente Ollanta Humala creyó conveniente enviar una carta al presidente del Banco Central de Reserva (BCR), Julio Velarde, para mostrar su profundo desacuerdo con el hecho de que a este último se le hubiera aumentado el sueldo un 6%. El mensaje del presidente, evidentemente, le puede haber ganado simpatizantes, pues cae bien en parte de la ciudadanía enfilar las baterías contra aquellos funcionarios públicos que ganan sumas que a primera vista pueden parecer elevadas. De hecho, no es el primer presidente en utilizar este recurso. Todos recordamos, por ejemplo, cómo el señor Alan García recurrió populistamente a este discurso en su gobierno y cómo llegó al extremo de reducir los sueldos de la burocracia a niveles que lo único que lograron fue un éxodo masivo de talento de la administración pública.
La actitud del señor Humala, por varias razones, adoleció del mismo populismo. Para empezar, el señor Velarde es un muy destacado profesional que ocupa uno de los puestos más importantes del Estado y que dirige una institución clave para la economía peruana que es, como se sabe, reconocida internacionalmente. ¿Vale su trabajo un salario de S/.44.096? Solo teniendo en cuenta el importante y positivo papel que hoy juega el BCR en nuestra estabilidad monetaria –de la que en buena cuenta dependen los salarios de todos los peruanos– queda claro que vale incluso mucho más. No es casual, por otro lado, que si el señor Velarde dejase el BCR para dirigir uno de los principales bancos privados del país podría ganar tranquilamente el doble de esa suma.
El presidente Humala pasó todo esto por alto. Y llama la atención que lo haya hecho en esta oportunidad, pero que convenientemente no lo hiciese cuando se trató de sus ministros, a quienes hace poco les duplicó el sueldo. ¿Por qué a ellos sí se les puede doblar el salario y al señor Velarde no se le puede aumentar en un 6%?
A lo anterior habría que agregarle una suma de elementos en torno a la carta que el señor Humala envió al presidente del BCR que llevan a pensar que no se trató de un mensaje bienintencionado. Primero que nada, el señor Humala optó por enviar este documento a los medios de comunicación para que se hiciese público. Si lo que le preocupaba, como él indicó, era la imagen del BCR, ¿no hubiera convenido que la carta fuese privada? Luego, el presidente Humala atacó al señor Velarde ante la opinión pública como si él hubiese aumentado solo su sueldo y de una forma arbitraria, cuando realmente se trató de un incremento de salarios institucional que benefició a todo el personal del BCR con la finalidad de ajustar los sueldos a la inflación y así mantener los cuadros técnicos. Finalmente, la carta del presidente Humala desinformó a la ciudadanía cuando señaló que los S/.41.600 que ganaba el señor Velarde lo convertían en el funcionario mejor pagado del sector público. Lo cierto es que esa posición la ocupa otro funcionario designado por el propio señor Humala: el superintendente de la SBS. Cosa que, por lo visto, en Palacio o no saben (lo cual sería preocupante) o prefieren olvidar (lo cual serían más preocupante aún por la mala fe que supondría).
Por supuesto, además del manejo populista del tema por parte del presidente de la República, es lamentable que este último no tenga problema en presionar públicamente al BCR, institución constitucionalmente autónoma. Y no podemos dejar de apuntar que es sorprendente también que en un momento en que su ministro de Economía hace importantes esfuerzos para tratar de darle confianza a los mercados, el señor Humala escoja lanzarle un torpedo a la legitimidad de quien encabeza la entidad de la que depende la estabilidad monetaria.
¿Por qué el presidente Humala optó por este despropósito? ¿Fue un simple arranque de populismo? ¿O es que habiendo tantos escándalos que podrían llegar a Palacio en el radar no estaba de más intentar dirigir las miradas del público hacia otro lado?