"La instalación cabal de la JNJ no puede seguir esperando, porque tiene tareas medulares que enfrentar que ya llevan más de un año de atraso". (GEC)
"La instalación cabal de la JNJ no puede seguir esperando, porque tiene tareas medulares que enfrentar que ya llevan más de un año de atraso". (GEC)
/ NUCLEO-FOTOGRAFIA > MANUEL MELGAR
Editorial El Comercio

Una vez más la conformación de la ha sufrido un revés. Es verdad que cinco de los siete miembros titulares seleccionados por la comisión especial para integrar ese cuerpo juraron ayer sus cargos, pero esa parcial noticia positiva no logra borrar el mal sabor que deja la circunstancia de que la juramentación de las otras dos personas originalmente elegidas para ese fin tuviera que ser suspendida a último momento.

De forma similar a lo ocurrido seis meses atrás con Pedro Patrón Bedoya, información preocupante pero conocida desde varios días antes sobre esos aspirantes –Marco Tulio Falconí y María Zavala Valladares– forzó a la comisión especial a detener el proceso en la hora nona. Esto a pesar de que en un comunicado con fecha 4 de enero (y cuestionado luego por las representantes del Ministerio Público y el Tribunal Constitucional en la comisión) se había aseverado que el concurso se había “desarrollado con apego irrestricto a las leyes y normas vigentes”.

El comunicado solo aludía a la controversia suscitada en torno a la bonificación de 10% de puntos que, en mérito a su condición de licenciado de las Fuerzas Armadas, se le concedió al señor Falconí en la entrevista personal y no abordaba los otros inconvenientes que se han señalado con respecto a la posibilidad de que él integre la JNJ (sus comunicaciones telefónicas con el exjuez supremo César Hinostroza y los supuestos plagios detectados en su tesis para obtener el grado de magíster en Derecho Constitucional), pero igual transmitía el claro mensaje de que la juramentación se produciría ayer de todas maneras.

Como se sabe, eso finalmente no sucedió y el hecho de que la juramentación de la señora Zavala Valladares fuera dejada también en suspenso sugiere que la razón que más gravitó para la decisión fue la de los contactos con Hinostroza, pues ella comparte ese problema.

Ahora Falconí y Zavala deberán presentarse mañana nuevamente ante la comisión especial para que sus candidaturas sean revaluadas, pero sea cual sea el resultado de esas nuevas entrevistas el daño ya está hecho.

La primera reacción que toda esta situación provoca es la de responsabilizar del desaguisado a la referida comisión, que después del fiasco anterior debió haber sido extremadamente cuidadosa con la información disponible sobre los aspirantes y no correrse el riesgo de ser sorprendida con datos negativos que afectasen su labor, justo cuando estaban por redondearla. Lo que la prensa pudo averiguar días antes de la juramentación tendrían que haberlo podido averiguar también ellos y, en esa medida, la existencia de una dosis de negligencia es innegable.

Pero eso no puede ser todo. La verdad es que se advierte en torno a la conformación de la JNJ una tensión semejante a la que caracteriza el funcionamiento de otras instituciones fundamentales en el orden jurídico del país. A saber, la Junta de Fiscales Supremos y el pleno del Tribunal Constitucional.

Como en ellas, parece existir aquí una dinámica de presiones externas, de nítido origen político, para que determinadas personas lleguen a integrar el colegiado, mientras otras quedan fuera. Basta revisar la procedencia de quienes argumentan en un sentido o en el otro frente a los medios para comprobarlo. Y en medio de todo ello, lo que obtenemos es una justicia jalonada por intereses que poco tienen que ver con lo que su nombre declara.

La instalación cabal de la JNJ no puede seguir esperando, porque tiene tareas medulares que enfrentar que ya llevan más de un año de atraso. Tan importante como lo impostergable de la atención de esos asuntos, sin embargo, es la necesidad de que la ciudadanía tenga la impresión de que quienes asumen tal responsabilidad lo hacen en mérito a sus conocimientos legales y virtudes éticas, y no a sus afinidades políticas.

Si la comisión especial puede garantizar eso, habrá brindado un servicio fundamental al país. Pero los bandazos que dio antes y ha vuelto a dar ahora el procedimiento de selección hacen temer que quizás no sea ese precisamente el camino que ha emprendido.