Editorial El Comercio

Hoy comienza la vigésima séptima edición de la , una que, en esta ocasión, girará en torno de , nuestro poeta más universal. Según la organizadora del evento, la Cámara Peruana del Libro, este año esperan recibir a alrededor de 360.000 asistentes, un número nada desdeñable si tomamos en cuenta las cifras que nos indican cada tanto que la relación de los peruanos con ese artefacto –el más asombroso de todos los concebidos por el ser humano, a decir de Borges–, que resiste el paso del tiempo y que reescribe permanentemente las profecías sobre su extinción, es bastante deficiente.

Según la última Encuesta Nacional de Lectura del INEI, por ejemplo, en nuestro país se leen en promedio . Solo para ponernos en contexto, en México el promedio es de casi cuatro libros; en Chile, de cinco; y en España, de 10. Y el problema no es (o no solamente) que estemos leyendo poco, sino que ni siquiera lo poco que leemos lo entendemos. Y esto se hace más evidente cada vez que nuestros escolares son medidos y comparados con sus pares alrededor del mundo. Si no, tan solo revisemos las cifras de la última prueba PISA que arrojó una conclusión tan esclarecedora como aciaga: apenas dos de cada diez adolescentes de 15 años en nuestro país –es decir, que están prácticamente a punto de graduarse del colegio– son capaces de comprender lo que leen.

Por supuesto que los factores que explican estos y otros datos espeluznantes pueden buscarse buceando profundamente en nuestro sistema educativo, en sus falencias, en su anquilosamiento y en los vicios que campean en su interior, y que un evento como la FIL no arreglará por sí solo este panorama. Pero sí puede movernos, aunque sea brevemente, a reflexionar sobre ello y, más aún, sobre por qué leemos o, si no lo hacemos, por qué deberíamos leer. Una reflexión que es, por cierto, siempre personal y para la que no hay una única respuesta, pero que permanentemente encuentra buenas razones para sostenerse.

Se dice con justicia, por ejemplo, que la lectura nos abre un mundo infinito de posibilidades, nos permite quitarnos las amarras que nos anclan al aquí y al ahora, y visitar universos a los que de otras maneras no podríamos acceder. Vivir otras vidas más allá de esta. Pero leer, como decía Descartes, es también conversar con las mejores mentes en sus mejores momentos. O, como diría el crítico literario Harold Bloom, “leemos buscando una mente más original que la nuestra”. Sin embargo, así como leer nos ayuda a conocer, es también una puerta a la duda, a poner en tela de juicio esos viejos armatostes que soportan nuestro pensamiento y que se han ido osificando con el tiempo. Una acción que hoy, en sociedades en las que abundan los grupos que se erigen como portadores de la verdad y que buscan imponerse a través de la violencia y el griterío, en donde parecemos buscar solo aquello que confirma nuestros prejuicios, es más acuciante que nunca.

Cualquiera sea la razón que encuentre, estimado lector, no deje de acercarse a un libro. Y, si aún no da con ella, quizá esta FIL pueda ayudarlo. La cita es en el parque Próceres de la Independencia de Jesús María y va hasta el 6 de agosto. Se tienen previstas más de 900 actividades –entre presentaciones de libros, conversatorios, talleres, debates y un largo etcétera– y la participación de más de 220 expositores, más de 60 de ellos internacionales. El Comercio formará también parte del evento, con la celebración de nuestros ya conocidos , en los que participarán varios periodistas de esta casa con invitados de lujo, que abordarán una multiplicidad de temas que van desde la actualidad de la historieta nacional hasta una guía para leer cine, pasando por un repaso de los libros de cuentos peruanos más importantes de los últimos 70 años y una muestra sobre la digitalización de , uno que alberga más de 184 años.

La invitación está hecha.

Editorial de El Comercio