Editorial: Una manito de verde
Editorial: Una manito de verde

Entre las recientes incorporaciones a los entornos de los candidatos que disputan la segunda vuelta, quizá la más sonada ha sido la de Hernando de Soto al de Keiko Fujimori. Conocido internacionalmente por sus tesis sobre la informalidad y sus trabajos para gobiernos de toda laya en varios continentes, el autor de “El misterio del capital” le presta a la postulación de la representante de Fuerza Popular (FP) un relumbre que podría atraerle votos de sectores a los que, de otra manera, ella no tendría cómo llegar.

La asociación con una persona tan notoria, sin embargo, puede también acarrear problemas, pues sus opiniones sobre materias relacionadas con la campaña van a alcanzar siempre una gran cobertura periodística y, si tienen un impacto negativo, este tenderá a afectar también al candidato que la ha acogido en su círculo inmediato. Y eso, precisamente, es lo que puede ocurrirle ahora a Keiko Fujimori a raíz de algunas declaraciones de De Soto en una entrevista concedida a este Diario.

En ella, el presidente del Instituto Libertad y Democracia (ILD) desarrolla una singular tesis sobre los diversos tipos de ex terroristas que existen en el país y el grado de diálogo que cabría con ellos. “Están los chicos malos del Vraem: yo tampoco me reuniría con ellos”, deslinda primero De Soto en la entrevista. Pero luego va más allá. “Están los del Movadef, que quieren soltar a Abimael Guzmán, yo no he hablado con ellos”, dice (sin aclarar si estaría o no dispuesto a hacerlo). Y finalmente sentencia: “Con los que yo he hablado son, vamos a darles un nombre, ‘sendero verde’: son ex terroristas que ya han cumplido sus penas. No tienen armas. Todos son ecologistas”.

Interrogado sobre si esos ex terroristas ya no creen en la lucha armada, el entrevistado, además, no responde directamente. “Lo que han hecho es organizar movimientos ecológicos, que son los que han parado Conga y Tía María. Ya no son violentos, pero tienen vocación política o una voluntad de ayudar a los más pobres. Es un tiempo distinto, una estrategia distinta”, señala.

La inquietud planteada por el periodista, sin embargo, es central, porque de ‘recodos’ y ‘repliegues’ en la lucha armada está saturado el discurso de los antiguos senderistas. Y si la defensa de los derechos humanos resulta un camuflaje eficaz para algunos de ellos (las siglas del Movadef quieren decir, por ejemplo, Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales), ¿por qué no habría de serlo también la ecología? Máxime si los ‘métodos de lucha’ puestos en práctica para paralizar los proyectos mineros ya mencionados no estuvieron exentos de violencia.

En otra entrevista (concedida en este caso al diario “Exitosa”), De Soto ha precisado, por lo demás, que esos ex terroristas “se están asociando a la preservación de la naturaleza” y que todo proyecto minero “se está paralizando a nombre de la naturaleza para que, de esa manera –con su ideología antieconomía de mercado y antiimperialista–, pueda tomar lugares ya no a nombre de un Abimael Guzmán, que está desprestigiado, sino a nombre de un planeta sano”. Una estrategia que saluda con el calificativo de “¡Brillante!”.

Hay que decir que el presidente del ILD es, por supuesto, libre de reunirse y dialogar con quien quiera a su propia cuenta y riesgo. Pero, en la medida en que ha revelado: “Yo he hablado con Keiko al respecto” (aunque aclarando que todavía no ha obtenido una respuesta suya), resulta fundamental saber lo que ella piensa sobre el particular.

¿Le bastan también a la candidata presidencial la manito de pintura ‘verde’ o la alegada “voluntad de ayudar a los más pobres” que su asesor les presta a los antiguos terroristas agrupados ahora en una nueva organización para asumir que estamos, literalmente, ante otro Sendero? Debería aclararlo la señora Fujimori. Después de todo, la voluntad de concretar un frívolo coqueteo presidencial con algunos miembros de la peor plaga que vivió alguna vez el Perú flaco favor le haría al país y podría dañar su postulación irremediablemente.