La imposición estatal de obligar ahora también a los trabajadores independientes a aportar a las administradoras de fondos de pensiones (AFP) a fin de estar protegidos en su vejez ha despertado, desde el comienzo, una justificada protesta. Es de esperar que ella aumente conforme se acerque la fecha –agosto- en que esta imposición se comenzará a ver traducida en detracciones mensuales de los recibos por honorarios profesionales de estos trabajadores (las mismas que irán subiendo escalonadamente hasta llegar, en el 2017, al 13% de sus ingresos para quienes aportan a la Oficina de Normalización Previsional y al 10% para quienes aportan a una privada AFP).
En medio de la protesta, sin embargo, ha resultado interesante ver sublevarse ante esta “expropiación”, “confiscación” o aún “robo” a muchos de quienes, normalmente, suelen estar muy de acuerdo con que el Estado “proteja” a los ciudadanos con diversas limitaciones a su libertad contractual, sus ganancias y su propiedad, pero que ahora alzan su voz en nombre de la “propiedad individual” y la “libre disposición”. Con su súbita y cerrada defensa de estos principios esenciales del “neoliberalismo”, estos enemigos del aporte independiente a las AFP evocan a aquella caricatura del genial Quino en la que, cuando Mafalda le pregunta a Susanita si está “a favor o en contra de la propiedad privada”, esta última sale disparada, llevándose bien abrazados a una esquina del cuarto los juguetes de su propiedad que hasta entonces compartían, para contestar desde ahí: “Depende... ¿De la propiedad privada de quién?”
Si hubiera coherencia, quienes en nombre de los antes mencionados principios elevan su indignada voz contra esta imposición tendrían que protestar también contra la obligación de los trabajadores dependientes de aportar una parte de su salario a este mismo sistema y, en realidad, contra todas las detracciones que el derecho laboral impone a las boletas de estos últimos. ¿Por qué, por ejemplo, la detracción que por Compensación de Tiempos de Servicios (CTS) sufren estos trabajadores del dinero que está dispuesto a gastar su empleador por contratarlos no es también una violación de su libertad individual? ¿Hay acaso algo en la naturaleza de quienes trabajan en planilla que los hace menos responsables, menos adultos, menos merecedores de “libertad individual” y más, por tanto, necesitados de “protección” contra sí mismos? No, no lo hay. Como tampoco hay diferencia per se entre los ingresos y la estabilidad en los puestos de unos y otros: hay trabajadores dependientes que perciben ingresos extremadamente altos y hay también trabajadores independientes que trabajan muy establemente para los mismos empleadores.
De forma similar, se argumenta que esta detracción a los ingresos que generan los independientes les quitará posibilidades para pagar sus gastos cotidianos o para ahorrar de maneras que ellos consideren mejores, como comprando, por ejemplo, un inmueble. De donde surge la pregunta: ¿quiénes están en planilla no tienen gastos cotidianos y no pueden querer ahorrar de otras maneras?
En suma: ¿dónde hay las mismas razones no deben de regir los mismos derechos?
El Gobierno, por su parte, tampoco está demostrando mucha congruencia en este tema. Por un lado, está persistiendo con imponer el aporte a los independientes pero, por el otro, está incrementando la porción de las cuentas de CTS que serán de libre disponibilidad por los trabajadores. Esto, porque supone que ese dinero será usado por los trabajadores para diversos consumos y, por lo tanto, se “inyectará” en las venas de la economía, ayudando a reactivarla. Con lo que sólo puede asumirse que el dinero que se está ahora obligando a aportar a los independientes se “desinyectará” de la economía y contribuirá a su ralentización. Es decir, si uno sigue la propia lógica del gobierno, con estas dos medidas estaría optando por “acelerar” y “desacelerar” la economía al mismo tiempo. O tal vez, más bien, esté apuntando a permanecer “en neutro”, que es como tendrían que haber permanecido, por pudor, quienes normalmente celebran las retenciones proteccionistas pero ha salido a oponerse al aporte independiente a las AFP con argumentos liberales.