Editorial El Comercio

Tras dos días de absoluto silencio al respecto, el presidente se manifestó ayer, de la Presidencia de la República, en torno a la denuncia de existencia de plagios en su tesis para obtener el grado de magíster. Como se sabe, la denuncia fue planteada el último domingo del programa “Panorama” y es bastante seria, pues revela que, al ser sometido al software Turnitin –utilizado en todo el mundo para detectar precisamente textos copiados–, el texto de la investigación que el actual mandatario presentó en el 2012 junto a su esposa, Lilia Paredes, para acceder al mencionado grado académico resultó coincidente en un 54% con otros escritos previos de autores nacionales e internacionales. Para mayor abundancia en el escándalo, el reportaje afirmaba que las 26 páginas de las que consta el marco teórico de la tesis eran copiadas, de cabo a rabo.

La prueba de que la denuncia es seria la proporciona el hecho de que tanto como (que fue la casa de estudios que concedió el título ahora cuestionado) han decidido analizar el mérito que pudiera haber en ella. Lo expresado por el jefe del Estado a través del comunicado aludido, sin embargo, pretende ignorar esa circunstancia y, más bien, parece confundir las nociones de responder y atacar.

Lo que se esperaba del mandatario, en efecto, era algún intento de explicación. Por improbable que luciera, el país estaba atento a esa posibilidad. Pero el profesor Castillo prefirió negar los hechos con un alegato que en buena cuenta consistió en sostener que las cosas no son como se plantea en la denuncia por el simple hecho de que él dice que no son así… “Rechazo las imputaciones” y “desmiento cualquier acto irregular” declara el presidente en el comunicado, pero su único sustento para esas aseveraciones es que el documento presentado por el programa periodístico “no cuenta con ningún registro o sello que confirme que es oficial”. Sobre ese particular, no obstante, la propia Universidad César Vallejo que lo que se entregó a “Panorama” fue una copia de la tesis del jefe del Estado y la primera dama.

La reacción del mandatario, en esa medida, no constituye más que . “Es preocupante que la libertad de prensa y expresión se preste a intereses particulares y antidemocráticos construyendo narrativas periodísticas con el objetivo de generar inestabilidad política a este gobierno y por consecuencia a la gobernabilidad del país”, sentencia el comunicado de la Presidencia en uno de sus acápites. Y hace falta preguntarse qué es lo que pensaría o desearía hacer el Gobierno ante este supuesto problema que generaría “la libertad de prensa y expresión”. ¿Coartarla de alguna manera en aras de la “gobernabilidad del país”?

Si de narrativas se trata, por otra parte, no conviene perder de vista que en el citado pronunciamiento el presidente insiste en aquella según la cual lo que estos destapes periodísticos buscarían es “socavar la legitimidad” del resultado electoral que lo llevó a la presidencia. Según él, pues, existe “un deplorable contubernio de ciertos grupos de poder y sectores golpistas” que estaría detrás de todo esto.

Lo que no se entiende, sin embargo, es cómo esos grupos de poder se las habrían arreglado para introducir párrafos copiados en la tesis que el profesor Castillo y su esposa presentaron hace 10 años a la Universidad César Vallejo…

El problema en el que el mandatario se encuentra envuelto no desaparecerá por más teorías de la conspiración que él se empeñe en elaborar o repetir. Como señalamos en esta página dos días atrás, lo que está en juego aquí es el valor de la palabra del gobernante y –añadimos ahora– la honestidad intelectual de una persona que se precia de su condición de educador. El país demanda, en consecuencia, respuestas en lugar de ataques.

Editorial de El Comercio

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