Hace menos de un mes, advertíamos en este Diario sobre lo negativo del tono tremendista que el ministro del Interior, Carlos Basombrío, usó para referirse públicamente al asunto de la compra de patrulleros provenientes de Corea. Ello porque había pasado, en tan solo algunas semanas, de calificar la compra de estos vehículos como un “crimen” y describirlos prácticamente como inservibles, a presentarlos con bombos y platillos y asegurar, sin mayor detalle, que “todas las observaciones” ya habían sido subsanadas.
Esta semana, sin embargo, hemos sido nuevamente testigos del mismo yerro. El miércoles por la noche, el Ministerio del Interior (Mininter) publicó un comunicado advirtiendo que el incendio ocurrido hace dos semanas en Larcomar “podría haber sido provocado”, conclusión a la que dicha institución arribó tras analizar un video en el que un sujeto “aparece en la escena antes del incendio, quien está como no habido, y viene siendo buscado por la Policía Nacional”. En el comunicado se ofrecía, además, una recompensa de S/15.000 “por la información que ayude a identificar a esta persona y saber su paradero”.
La búsqueda del supuesto sospechoso, empero, no necesitaba ser tan implacable como parecía alertar el comunicado. Solo unas horas más tarde, Luis Raúl Salazar Belito, el hombre protagonista del referido video, acudió por voluntad propia junto su abogado a la fiscalía. Allí explicó que él simplemente se encontraba pintando unas mesas en un pasadizo cercano al lugar donde se originó el incendio, pues es trabajador de una productora que ese día prestaba servicios al cine UVK para acondicionar algunas salas en donde se estrenaría una película, y que él no trabajaba con fuego.
Declaraciones que no entran en contradicción con lo que se observa en el video difundido por el Mininter. Y fuera de este, hasta el momento, no parecen existir mayores indicios de que Salazar haya sido quien causó el siniestro. Quizá anticipando todo esto, apenas dos horas después del comunicado del Mininter, la cuenta oficial de Twitter del Ministerio Público difundió un mensaje (que luego borró) en el que exhortaba a “tener mayor cuidado en hacer público [sic] pruebas de una investigación reservada”. Y quizá, advirtiendo también el embrollo que había propiciado, el titular del Interior declaró luego de la aparición de Salazar: “Yo no estoy diciendo que [Salazar] sea culpable”.
Esta evidente patinada del Mininter es grave por más de un motivo. Primero, porque pone en entredicho la seriedad con la que esta institución llevó a cabo su investigación. Hace poco más de dos semanas, el propio Basombrío declaró que “no existe ningún indicio de que [el incendio] pueda haber sido un hecho intencional” y un perito de Seguridad del Estado de la Policía Nacional confirmó que el incendio se había originado por un cortocircuito. ¿Cómo un video en el que únicamente se aprecia a un hombre caminando cerca del lugar desbarató tan rápidamente esta hipótesis?
Genera dudas, además, cómo así se consideró a Salazar un sujeto “no habido” ni identificado, al punto de ofrecerse una recompensa por información sobre su paradero, si su nombre figuraba en la lista de personas que estaban laborando ese día en Larcomar y es trabajador de una empresa que suele prestar servicios a UVK. ¿Siquiera se cruzó la información con las empresas involucradas?
Pero lo más preocupante es que, pese a todo, el ministro Basombrío haya señalado desde CADE en Paracas que, en una situación similar, volvería a actuar de la misma manera. Es decir, incurriría en el mismo error. Siendo así, habrá que pedirle al ministro que no confunda la urgencia de las comunicaciones con el público con sensacionalismo ni la firmeza con terquedad, pues se trata de defectos de los que haría bien en prescindir para no desmerecer la seriedad y compromiso en la lucha contra la delincuencia a la que ha venido abocándose.