Fiel a su estilo, la primera dama y presidenta del Partido Nacionalista hizo un importante anuncio ayer a través de las redes sociales. La señora Nadine Heredia tuiteó: “El Partido Nacionalista a través de su bancada estará a favor de un [proyecto de ley] que suspenda el aporte obligatorio de los independientes a las AFP”. El anuncio, como es evidente, representa una concesión del oficialismo a la oposición para intentar ganar votos que permitan obtener la confianza del Congreso para el Gabinete de Ana Jara.
En este Diario nos alegramos de que el Gobierno esté considerando volver sobre sus pasos –más allá de que lo haga por razones de oportunidad política y no por convicción– y no forzar a los trabajadores independientes a entregar en contra de su voluntad parte de sus ingresos a un fondo de pensiones (sea este privado o público).
Las razones de nuestra alegría son varias. En primer lugar, como señaló nuestro columnista Richard Webb en un artículo de hace algunas semanas, es una falacia que los peruanos no sean lo suficientemente responsables como para ahorrar para el futuro. Según la encuesta anual de niveles de vida, durante el año pasado el ahorro de las familias fue 24% de sus ingresos, antes de su aporte a los fondos de pensiones o de su considerable gasto en educación. Entre las familias cuyos ingresos superan los mil soles por persona, los no afiliados a sistemas previsionales ahorraron incluso más que los afiliados. Y entre las que tuvieron ingresos entre 500 y mil soles por individuo, los afiliados ahorraron 19% y los no afiliados 17% de los mismos. La irresponsabilidad del peruano resulta no más que un mito que sirve para justificar que el Estado le diga qué hacer con su dinero.
Por supuesto, el problema de los aportes forzosos no solo es que sean innecesarios o que detrás de ellos se esconda la presunción de que los burócratas deben tomar decisiones en nombre de los ciudadanos como si los primeros fuesen seres iluminados y los segundos poco más que niños irresponsables. Además, dicha obligación priva a los trabajadores de la posibilidad de dar a su dinero otro uso que ellos encuentren más conveniente. Por mencionar algunos, ahorrar en una institución financiera distinta que no les cobre comisión o que les ofrezca un pago más seguro, realizar inversiones que pueden aumentar sus ingresos futuros como su educación, o solventar alguna importante urgencia como un tratamiento médico.
Finalmente, no hay que olvidar que estas contribuciones obligatorias agravan los enormes costos que ya enfrentan los peruanos para incorporarse a la formalidad. No es casual que siete de cada diez trabajadores se encuentren empleados fuera de la ley, pues esta encarece tanto ser formal que la mayoría de individuos prefiere operar al margen de la misma. Y la contribución a los sistemas previsionales, como es evidente, no hace más que complicar esta situación. Si el Estado quisiera asegurar el futuro de sus ciudadanos, debería empezar por facilitar que en el presente puedan acceder a un trabajo formal.
Ahora, si se hace efectivo el anuncio del nacionalismo y se suspende el aporte de los trabajadores independientes, se habrá evitado que se profundice una injusticia, pero no se la habrá eliminado por completo. Y es que, si consideramos que forzar a los trabajadores de cuarta categoría a aportar a un sistema previsional es expropiatorio y violatorio de su libertad de elección, ¿por qué sí sería justo obligar a lo propio a quienes trabajan como dependientes? ¿Acaso figurar en la planilla de una empresa convierte a la gente en incapaz de decidir por sí misma? ¿O es que los límites de la libertad individual dependen de arbitrarias clasificaciones tributarias?
Por supuesto, no podemos esperar tanta coherencia de parte del nacionalismo porque, como señalamos, no ha decidido retroceder en su reforma del sistema de pensiones fruto de una reconversión ideológica. Más bien, se trata de una movida política que acerca al oficialismo a ser viable al nuevo Gabinete. No obstante, tenemos que saludar la iniciativa porque su resultado sería el correcto: hacer más libres a los peruanos (por lo menos a aquellos que son trabajadores independientes).