Editorial: Tenemos político
Editorial: Tenemos político

Las elecciones internas de los partidos políticos para elegir a sus representantes en los comicios generales del próximo año empezarán recién en octubre, pero eso no implica que más de un potencial candidato no haya iniciado la partida meses antes del pitazo oficial. Es el caso, por ejemplo, de , para quien los albores de la campaña electoral han suscitado una serie de declaraciones que parecen acercarlo más a la imagen de un candidato con posturas calculadas exclusivamente para cosechar votos, y menos al perfil de un aspirante presidencial con un discurso serio y coherente. De otra manera no se entienden las afirmaciones que ha hecho respecto a los mecanismos de control de la inversión pública y las medidas para fortalecer el mercado laboral en el actual contexto de desaceleración económica. 

Respecto a lo primero, el señor Kuczynski señaló que el –responsable de verificar la pertinencia de proyectos de inversión realizados por el Estado y autorizar su ejecución– “tiene que eliminarse”, pues “no sirve para nada, ya cumplió su función, chau”. Este, por supuesto, es un reclamo al que se suman varios gobiernos regionales y autoridades municipales que ven sus proyectos de inversión frenados por el sistema de control que ejerce el a través del SNIP.

Pero la creación del SNIP en el año 2000 no fue injustificada. Aun con limitaciones, este sistema ha servido en las últimas décadas para frenar numerosos proyectos con deficiencias de planeamiento que malgastan los recursos de los contribuyentes (desde su creación, son más de 5.000 los proyectos que no han pasado la barrera que impone). La presencia del SNIP hace que casos como el del pueblo de Yarabamba en Arequipa, que construye tres estadios a la vez (uno con capacidad para 3.000 espectadores) pese a contar con 1.057 habitantes, sean menos frecuentes. En vista del inminente retroceso de los ingresos provenientes del canon, se hace urgente contar con un sistema que asegure el adecuado uso de los limitados recursos públicos.

Respecto a lo segundo, las medidas para fortalecer el mercado laboral, el candidato de Peruanos por el Kambio afirmó que un aumento de la remuneración mínima vital (RMV) podría ser una medida a considerarse como parte del proceso de reactivación económica. Como se sabe, actualmente se encuentra en debate un incremento de la RMV luego de que el Consejo Nacional del Trabajo (CNT) no alcanzara una decisión unánime sobre el asunto.

La propuesta de subir la RMV es paradójicamente popular, y es posiblemente por ello que el señor Kuczynski haya decidido hacerla suya. Pero decimos paradójicamente porque la verdad es que el salario mínimo en el Perú no es más que un mecanismo que excluye a las grandes mayorías de los trabajos formales con acceso a seguro de salud, condiciones mínimas de seguridad, vacaciones, etc. De hecho, el debate sobre la RMV es relevante solo para el 25% de trabajadores formales del país, quienes ya gozan de beneficios y regulaciones que precisamente hacen cada vez más complicado para las personas menos capacitadas insertarse en el mercado laboral formal. Difícilmente, se podría considerar esta una política inclusiva, pese a la popularidad que pueda traer en las encuestas.

No es, además, la primera vez que el señor Kuczynski se manifiesta a favor de lo que podría acarrear réditos electorales a costa de políticas laborales inclusivas. Recordemos sino la rectificación que ensayó el ex primer ministro respecto a la llamada ‘’, la cual aplaudió inicialmente para luego, ante la presión, pedir que se derogue. Si bien esta norma no era la solución de fondo a los problemas del mercado laboral nacional, iba en el camino correcto. En un contexto en el que ocho de cada diez jóvenes peruanos trabajan al desamparo legal de la informalidad, esta ley mejoraba sus posibilidades de inserción en empleos productivos en que hubieran tenido mejores oportunidades de capacitarse e incrementar sus ingresos.

Así, el señor Kuczynski ha ido coqueteando con un programa electoral que parece tener poco del ‘kambio’ que promete en el nombre de su partido y mucho del tinte populista al que estamos acostumbrados. La campaña recién empieza, pero el ex primer ministro pareciera haberse ceñido ya el traje de político tradicional que alguna vez dijo repudiar.