Pilar Mazzetti fue designada como ministra de Salud a mediados de julio, en el anterior Gabinete de Pedro Cateriano.
Pilar Mazzetti fue designada como ministra de Salud a mediados de julio, en el anterior Gabinete de Pedro Cateriano.
Editorial El Comercio

Para nadie era un misterio que el fin de la cuarentena traería un aumento en el número diario de infectados y víctimas del en el país. Durante la última semana, sin embargo, las cifras han alcanzado en uno y otro caso niveles alarmantes, más allá de que se las quiera identificar como un rebrote o no.

A propósito de esa situación, la prensa le planteó durante el fin de semana a la ministra de Salud, , la duda que agobia a muchos: ¿cabe la posibilidad de un retorno a algunas de las restricciones que regían hasta principios de julio?

Su respuesta fue variada. Mientras en dijo que tendríamos “que regresar a las medidas anteriores si vemos que [los niveles] siguen subiendo”, en Canal N anotó que una eventual reimplantación de la inmovilización dominical le parecería y habló también sobre la posibilidad de establecer el toque de queda un poco más temprano en algunos distritos de Lima “que están difíciles”. Finalmente, en el programa “Cuarto poder”, abordó el problema de las consecuencias económicas que acarrearía una nueva cuarentena absoluta. “El virus mata, pero el hambre también mata”, apuntó. Para luego agregar: “Nuestra situación económica tiene que reactivarse, pero sin que eso vaya a significar que las personas vamos a tener que pagar el precio. Y tenemos que ser todos muy responsables”. Expuso, en suma, un muestrario de posibilidades que da una idea de lo preocupado que está el Ejecutivo con el incremento de casos que mencionábamos al principio, pero que no sugiere una ruta clara para salir del trance.

Algunas de las medidas esbozadas por la doctora Mazzetti podrían ser, en efecto, razonables y necesarias en esta coyuntura. Pero si así fuera, la rapidez en adoptarlas tendría que ser un ingrediente fundamental de la estrategia a seguir. Es obvio, en ese sentido, que no debe repetirse el inmovilismo que tuvo aturdido al Gobierno durante los primeros meses de la pandemia con respecto a las aglomeraciones en los mercados y los paraderos del transporte urbano, con los resultados de propagación de la infección que conocemos.

Por otro lado, la alusión de la ministra a las actividades económicas destiló la ambigüedad de un oráculo. Desde luego que todos tenemos que ser muy responsables ante esta nueva arremetida del virus, pero, aparte de eso, es imposible interpretar a partir de sus palabras cómo piensa ella –y el Gobierno en general– que tendría que actuarse ante la necesidad de atender el cuidado de la salud y la recuperación de la economía al mismo tiempo. La experiencia debería servir para descartar un frenazo en la generación de riqueza como el de marzo, abril y mayo, pero, como decíamos antes, esa amenaza no fue disipada por las declaraciones de la titular de Salud.

Todo esto, no obstante, puede ser solucionado hoy mismo, pues coinciden en la fecha las ya mentadas urgencias de tomar las medidas razonables y de despejar la incertidumbre sobre la reactivación económica con la presentación del nuevo presidente del Consejo de Ministros, , ante el Congreso para exponer el plan de acción que piensa desarrollar mientras esté al frente del Gabinete y pedir el voto de confianza de la representación nacional.

Se trata, pues, de la ocasión ideal para anunciar qué piensa hacer el Ejecutivo frente a este alarmante escenario y comprometer, simultáneamente, al Legislativo en esos esfuerzos.

¿Volveremos a la inmovilización los domingos? ¿Se tratará de manera particular a algunos distritos de la capital? ¿Se van a prohibir acaso los viajes interprovinciales? ¿Se retrocederá en la reactivación de algunas actividades económicas?

De todo eso queremos los ciudadanos ser hoy adecuadamente informados por el jefe del Gabinete, pues de alguna forma nos toca también a nosotros emitir un voto de confianza al respecto.

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