Editorial: Una relación abusiva
Editorial: Una relación abusiva

Las relaciones personales no siempre son fáciles. Sea con los amigos o con la pareja, estas requieren dedicación y mutuo respeto. La confianza lograda a través de los años se puede perder con un solo acto o palabra equivocada.

Vistos así, los vínculos personales en realidad no son muy distintos de los diplomáticos. Como las primeras, las relaciones entre países exigen un trato igualitario y respetuoso, son frágiles a exabruptos injustificados y son, incluso, de más largo aliento.

Es por eso que los funcionarios veteranos del Departamento de Estado de Estados Unidos, el equivalente a la cancillería, deben haber observado las últimas semanas el singular espanto de quien ve el trabajo de una vida en riesgo real de destrucción. Donald Trump, nuevo presidente del país, ha creado numerosas situaciones de tensión diplomática gratuita con países aliados y rivales en apenas unas semanas en el cargo.

Para ser justos, el presidente Trump ha venido causando discordia en el plano internacional incluso desde los primeros momentos de su campaña. Como se recuerda, en el discurso que utilizó para lanzar oficialmente su candidatura, se refirió a los inmigrantes mexicanos como violadores y criminales. En los meses siguientes, amenazó con desfinanciar la OTAN, retó la soberanía china sobre el mar de China Meridional y dijo que Alemania era un desastre total, entre varios otros comentarios y admoniciones de igual tenor.

Pero las expresiones del candidato Trump no cargan ni de cerca el mismo peso que las palabras del presidente Trump. A estas últimas las respaldan las agencias federales, la diplomacia, la inmensa fuerza militar de Estados Unidos y todo el andamiaje de instituciones que tiene bajo su control el presidente del país más poderoso del mundo. 

En este nuevo rol, el presidente Trump ha sido, pues, especialmente confrontacional en el plano internacional. Un desacuerdo respecto al traslado –previamente pactado por el ex presidente Obama– de refugiados desde centros de detención controlados por Australia hacia Estados Unidos habría motivado una áspera conversación con el primer ministro australiano. Este último, luego de rechazar que el mandatario norteamericano le hubiera colgado el teléfono, como reportaban algunos medios internacionales –una versión que, a estas alturas, no parece inverosímil–, prefirió mantener en reserva la mayor parte del contenido de su intercambio no sin antes afirmar que el presidente Trump tenía “mucha personalidad”. Huelgan las interpretaciones.

Las relaciones con México, ya golpeadas por la campaña, han empeorado tras la orden ejecutiva para construir el infame muro en la frontera, el supuesto arancel a las importaciones mexicanas para financiarlo, la desinvitación del presidente Peña Nieto a una cita en la Casa Blanca, y otra tensa conversación entre jefes de Estado, en la que también se tuvo que desmentir la versión de una supuesta amenaza del presidente Trump de enviar militares estadounidenses a territorio mexicano si estos no controlaban a sus “bad hombres”.

Aparte de la controversial medida para suspender la entrada de nacionales de siete países de mayoría musulmana –condenada por varios líderes globales–, Trump ha tenido también duras expresiones para China, Alemania y Japón. 

Los representantes para organismos internacionales nombrados por Trump tampoco han caído bien. Recientemente, el Parlamento de la Unión Europea rechazó la elección de Ted Malloch como embajador de Estados Unidos ante el grupo de países europeos. Por su lado, la nueva representante de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Nikki Haley, usó su primera presentación pública para lanzar una ‘advertencia’ a los países aliados que no los apoyen. “Estamos apuntando los nombres y responderemos como corresponde”, señaló con una sonrisa. 

Para bien o para mal, Estados Unidos sigue siendo el país más importante y poderoso del mundo. Sin embargo, las bravatas y el aislacionismo de su nueva administración tienen el potencial de empobrecerlo y reducir su influencia en el escenario global, al tiempo que empujan al mundo en dirección incierta. En diplomacia, como en las relaciones personales, la tolerancia y el respeto mutuo son la clave de la colaboración, el entendimiento y la paz. Pero una vez dañadas las relaciones, cuesta mucho reconstruirlas. Alguien debería recordárselo al nuevo presidente de Estados Unidos. 

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