Pedro Castillo y los dirigentes huelguistas anunciaron el levantamiento de su medida de fuerza, pero amenazaron con volver a las calles si hay represalias. (Foto: El Comercio / Jessica Vicente)
Pedro Castillo y los dirigentes huelguistas anunciaron el levantamiento de su medida de fuerza, pero amenazaron con volver a las calles si hay represalias. (Foto: El Comercio / Jessica Vicente)
Editorial El Comercio

Hace apenas unos días, ante el anuncio del dirigente Pedro Castillo de que la quedaría ‘suspendida’ a partir de esta semana“por el bien de nuestros estudiantes”, resultaba desconcertante el afán de ciertos sectores no representados por él de continuarla a pesar de todo, habida cuenta de que ello difícilmente les reportaría mayores concesiones de parte del Estado y solo seguiría causando un daño irreparable a los alumnos de las escuelas públicas.

No era razonable, en efecto, insistir en poner en riesgo el año escolar de cientos de miles de jóvenes de todo el país cuando el ya había dispuesto ejecutar una serie de compromisos asumidos en favor de los maestros como parte de su infructuoso proceso de negociación (adelanto del aumento del piso salarial a S/2.000 de enero del 2018 a noviembre de este año, y extensión a los docentes contratados de beneficios como la compensación por tiempo de servicios y los subsidios por luto y sepelio, antes solo reservados para los maestros nombrados).

Y, a decir verdad, aun el repliegue del sector encabezado por Castillo era preocupante, pues al decir que la huelga se ‘suspendía’, en lugar de darla por terminada definitivamente, se daba a entender que ella constituía el estado natural de las cosas, y el retorno de los profesores a las clases, la situación de excepción.

Pues bien, ahora esa inquietud se ha demostrado fundada por la convocatoria, anunciada el último lunes por el secretario general del Sutep de Lima Metropolitana, Edgar Tello, para realizar un paro nacional de 24 horas este viernes 8 de setiembre. “El comité nacional de bases regionales [que dirige Castillo] ha convocado a este paro, ya que los problemas del magisterio no se han resuelto”, ha dicho Tello intentando justificar la decisión. Y ha agregado que la ministra prometió ‘mesas técnicas’ que no se han instalado, y que si ella no quiere dialogar, ellos no se pueden quedar cruzados de brazos.

El contrasentido, sin embargo, es evidente. Si no consideraban resueltas sus demandas, ¿cómo así ‘suspendieron’ la huelga? Y si esa decisión se había adoptado, como se proclamó, por el bien de los estudiantes, ¿bajo qué argumento se los volvía a poner riesgo de perder el año tras solo unos días de haber vuelto a las aulas? ¿Cuál sería la consigna de ese sector del magisterio? ¿Se suspende la huelga, pero se inicia el paro? Absurdo por donde se lo mire… a no ser que se incluya en la ecuación el dato de que el viernes 8 –es decir, mañana– es también la fecha en la que la titular de Educación, Marilú Martens, será interpelada en el Congreso.

La interpelación, como se sabe, es para congresistas de varias bancadas básicamente la enojosa antesala de una censura (una circunstancia que queda clara en el tono y la poca sustancia de algunas de las 40 preguntas del pliego interpelatorio que ya hemos comentado en este Diario). Y en coincidencia con ellos, la dirigencia magisterial hasta hace poco en huelga podría sacar una ganancia política –la de la exhibición de fuerza frente a sus potenciales afiliados– con la caída de la ministra.

Si la persistencia de la medida de fuerza y los lances teatrales de Castillo durante las protestas sugerían entonces una motivación política antes que gremial de parte de la dirigencia de las denominadas bases regionales del Sutep, el brusco retorno a la situación de paralización no hace sino confirmarla.

La responsable de la cartera de Educación ha estado desde luego lejos de mostrar una sucesión de aciertos en la manera de enfrentar la reciente huelga magisterial, y parece obvio que, superada esta ardua coyuntura, el propio gobierno dispondrá su salida. Por eso precipitarla ahora en coincidencia con el paro sería en realidad hacerle el juego a quienes han encabezado una agitación por momentos violenta en los últimos meses. Y sin embargo, es probable que mañana veamos a varios complacidos jugadores participar de ese empeño.