Juan Guaidó, las masivas protestas en Chile y Evo Morales fueron algunos de los personajes y sucesos que marcaron el 2019 en la región.
Juan Guaidó, las masivas protestas en Chile y Evo Morales fueron algunos de los personajes y sucesos que marcaron el 2019 en la región.
Editorial El Comercio

Quizá la mejor forma de definir el año que termina en esta parte del mundo sea aquella frase con la que Gabriel García Márquez se refirió a la historia de América Latina en su discurso de aceptación del Nobel de Literatura en 1982: “No hemos tenido un instante de sosiego”. En los últimos 12 meses, en efecto, la región, fría económicamente –según la Cepal, –, ha sido una solfatara política y social que no ha parado de agitarse. Desde el primer mes.

El 23 de enero, Juan Guaidó, titular de la Asamblea Nacional Legislativa de Venezuela, el único poder legítimo que la dictadura de Nicolás Maduro no ha conseguido aún liquidar –a pesar de haber encarcelado a varios diputados y de haber empujado a otros al asilo en embajadas–, del país caribeño. Con ello, se abría un pequeño resquicio de esperanza para restituir la democracia que la satrapía chavista ha dinamitado a punta de sangre y fuego. No obstante, el impulso inicial que el Grupo de Lima, Canadá, Estados Unidos y la Unión Europea le dieron a Guaidó –que fue reconocido por 60 países– se fue desinflando y ni siquiera remontó cuando en julio la alta comisionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos, Michelle Bachelet, informó que el propio régimen entre el 2018 y mayo último por “resistencia a la autoridad”. Un eufemismo para evitar llamar “ejecutados extrajudicialmente” a quienes, efectivamente, lo fueron.

La misma apatía parece haberse contagiado por el continente respecto a los migrantes venezolanos. Quienes antes despertaban solidaridad y acogida han comenzado, poco a poco, a recibir portazos camuflados en la forma de medidas restrictivas, como pasaportes o visados, y abyectos brotes de xenofobia.

La dictadura chavista, por supuesto, no es la única en la región. El mejor aliado para las tiranías, se sabe, no son los fusiles que tiene a disposición ni el dinero que logra expoliar, sino la indiferencia de sus vecinos. Por ello, anhelan ser normalizadas y reconocidas como ‘naturales’. Si en el 2018 Cuba y Nicaragua (dictaduras sin ambages) acapararon la atención mediática –la primera por un recambio en su dirigencia y la segunda por las multitudinarias protestas que buscaban –, este año han contado con el blindaje y la complicidad del silencio.

Otro de los legados del año ha sido el viraje ideológico –en ciertos casos, bastante marcado– de algunos gobiernos. En Brasil, por ejemplo, , un exmilitar misógino, homofóbico y condescendiente de la dictadura que sometió a su país entre 1964 y 1985, llegó al poder luego de que el escándalo Lava Jato destapara las corruptelas y el mercantilismo de la agrupación política brasileña protagonista del siglo XXI: el Partido de los Trabajadores. Mientras que en México acaba de cumplir un año la gestión de , un populista de izquierda con ribetes antidemocráticos que llegó al cargo tras años de administraciones (del PRI y del PAN) incapaces de luchar contra la corrupción, el narcotráfico y la violencia que desangran al país norteamericano.

A ambos casos se les suman Uruguay, en el que puso fin a 15 años de administración del izquierdista Frente Amplio, y Argentina, donde el temeroso gobierno de Mauricio Macri facilitó el regreso de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner () a la primera línea de la política.

El 2019 también estuvo marcado por masivas protestas que sacudieron la región. En Ecuador, la eliminación de un subsidio al combustible como parte de un paquete de medidas de austeridad desencadenó una movilización que cercó al gobierno de Lenín Moreno y que de emitir la medida. En Chile, un alza en el pasaje del metro de Santiago gatilló una serie de protestas populares, unas pacíficas y otras cargadas de violencia y destrucción, que han desembocado en una reforma dirigida . De más está decir que los niveles de vandalismo que alcanzaron a veces las protestas en Ecuador y Chile son inaceptables y que –particularmente en el segundo– merecen ser investigadas y sancionadas.

Protestas masivas, finalmente, también sacudieron Bolivia cuando , que se mantuvo durante casi 14 años en el poder en contra de los límites constitucionales, , pisoteando, inclusive, , en el que la ciudadanía le había negado dicha posibilidad. La salida de Morales ha dado paso a un interregno liderado por la vicepresidenta del Senado, Jeanine Áñez, que debe convocar pronto a elecciones para restituir el hilo democrático –bastante maltratado en los últimos años– en Bolivia.

Tiempos, en fin, bastante agitados y ásperos. Esperemos que el 2020 traiga una mejor semblanza para la región.