Para millones de familias, un aspecto fundamental del regreso a la normalidad es la reanudación de las clases escolares. Por ello es una buena noticia que el titular del Ministerio de Educación (Minedu), Ricardo Cuenca, haya anunciado esta semana que 600.000 personas del sector serán incluidas en la fase 2 del proceso de vacunación, entre quienes se cuentan docentes, directores, auxiliares de educación y personal administrativo de colegios públicos y privados.
Si bien aún no se tiene una fecha exacta para el inicio de la fase 2, de acuerdo con una presentación al Congreso del ministro de Salud, Óscar Ugarte, esta podría empezar en marzo debido a la buena disponibilidad de vacunas que se espera para entonces de Sinopharm, Pfizer y AstraZeneca. Inicialmente, el personal del sector educación no estaba incluido en la segunda fase del Plan Nacional de Vacunación, pero ahora se unirá a la lista priorizada para los adultos mayores de 60 años, personas con comorbilidad, comunidades nativas e indígenas, personal del INPE y reclusos.
Al 2019, eran poco más de 8 millones de alumnos matriculados en educación básica regular –que va desde inicial hasta secundaria– en instituciones públicas y privadas. Todos ellos han tenido que adaptarse a diversas modalidades de aprendizaje, no siempre con éxito. De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), si bien existen beneficios en la educación a distancia, tres retos dificultan su correcta implementación: las altas tasas de abandono, la pérdida de elementos de socialización importantes para las habilidades socioemocionales, y las brechas en aprendizaje entre distintas poblaciones.
Este último punto puede ser especialmente relevante para el Perú. Mientras que alumnos con buena posición económica disponen de clases online y seguimiento personalizado, otros deben seguir las asignaturas a través de escasos programas de radio o televisión para su año escolar. En el país, solo uno de cada tres hogares dispone de una computadora o laptop, y las experiencias con las diversas plataformas de “Aprendo en casa” son muy diferenciadas. Si bien aún existe poca evidencia sobre los impactos en el aprendizaje, de acuerdo con el BID “la educación a distancia representa peores resultados en aprendizaje, tanto frente a la educación presencial como frente a la semipresencial”. Las consecuencias de un año en esta situación para millones de niños y jóvenes se sentirán en la acumulación de habilidades en el largo plazo; dos años en similares circunstancias sería muy grave. Son períodos que simplemente no se recuperan.
La experiencia internacional con modalidades semipresenciales, como la que ha considerado aplicar el Minedu, ofrece resultados interesantes y debe ser evaluada con responsabilidad y agilidad. Después de todo, no se trata únicamente de los estudiantes. Los padres de familia que trabajan deben balancear sus responsabilidades laborales con el cuidado de los menores en casa. Esta labor, además, recae de forma desproporcional sobre las mujeres y madres de familia, quienes ya enfrentan un golpe mayor en el mercado laboral como consecuencia de la crisis. Finalmente, miles de instituciones educativas corren hoy el riesgo de cerrar debido al retraso –justificado– de la vuelta a clases.
Por supuesto, el proceso de vacunación del personal deberá aplicarse en paralelo con la mejora en los instrumentos de higiene y seguridad en los colegios, en tanto que las condiciones de apertura escolar deberán ser diferenciadas de acuerdo con la situación de contagios en cada región. La combinación de inmunización de maestros y los protocolos adecuados para asegurar el regreso seguro a las aulas solo puede ser una noticia positiva para nuestros niños y adolescentes.
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