Chibolín fue detenido la noche del jueves en la clínica en la que se encontraba desde hacía unos días.
Chibolín fue detenido la noche del jueves en la clínica en la que se encontraba desde hacía unos días.
Editorial El Comercio

El jueves, agentes de la Diviac y la Dirandro detuvieron al presentador de televisión , mejor conocido como , quien se encontraba en una clínica desde que su nombre pasó de ocupar las páginas de la farándula a las policiales. La detención, que tiene una vigencia de siete días, forma parte del proceso que la fiscalía le ha abierto por los presuntos delitos de tráfico de influencias y cohecho activo. Esto, luego de que la esposa del futbolista Edison Flores, Ana Siucho, revelara en una entrevista con Beto Ortiz que Hurtado contactó a la fiscal Elizabeth Peralta para lograr que le devolviesen a Javier Miu Lei un de presunta procedencia ilegal que había sido retenido. Por este favor, Miu Lei habría pagado US$1′000.000.

Como dijimos el 10 de setiembre, este no es un caso más de un personaje de la televisión peruana envuelto en un escándalo con ribetes penales. Sino que permite ver hasta qué punto la –que muchos consideran un problema solo de lugares apartados como Pataz o La Rinconada– ha penetrado en las instituciones, en la política y hasta en el entorno mediático del Perú. Basta con revisar los nombres de las personas involucradas con Hurtado en las últimas semanas para advertir la magnitud del problema que tenemos entre manos: la ya mencionada fiscal Peralta; la presidenta de la Corte Superior de Justicia de Lima, María Delfina Vidal La Rosa; la magistrada Paola Valdivia; la exsuperintendente de Migraciones Roxana del Águila; el exjefe de la Dirección de Inteligencia Nacional José Luis Fernández Latorre; el narcotraficante ; empresarios asociados a la minería ilegal; entre muchos otros.

Como sabemos, además, Chibolín contaba con un programa de televisión (“Sábado con Andrés”) por el que solían desfilar funcionarios, políticos, deportistas, personajes de la farándula y un largo etcétera, en el que se retrataba como alguien comprometido con campañas altruistas que muchas veces no eran tales. Una de las más recordadas fue su ‘donación’ de un cheque sin fondos para niños con cáncer en el mismísimo Palacio de Gobierno, acompañado de .

Todo lo que sabemos hasta el momento permite sospechar que estamos ante un caso que apenas comienza. Pero mal haríamos en minimizarlo solamente porque se trata de un personaje que a lo largo de su vida se la ha pasado tratando de convencernos de que no lo tomemos en serio. En esta historia, después de todo, no hay risas y sí muchas razones para preocuparse.

Editorial de El Comercio

Contenido sugerido

Contenido GEC