El discurso del candidato presidencial Pedro Castillo del fin de semana pasado en la plaza San Martín causó sorpresa a más de uno. En una alocución en la que hacía referencia al respeto por la gobernabilidad y la Constitución, solicitó al actual presidente del directorio del Banco Central de Reserva (BCR), Julio Velarde, que “su trabajo sea permanente”. El líder de Perú Libre indicó que “es necesario dar tranquilidad no solo económica, sino abrir las puertas para las grandes inversiones que tienen que darse en el Perú democráticamente, con reglas claras, pero eso sí, sin robarle un centavo a esta patria”. Ese mismo día, Castillo reafirmó su pedido a Velarde por redes sociales.
Por supuesto, queda mucha incertidumbre aún sobre quién encabezará realmente el BCR en los próximos años. En primer lugar, porque el proceso electoral todavía no está cerrado, y lógicamente cualquier ofrecimiento de puestos es contingente al resultado final de la contienda, según lo que dictamine el JNE en los próximos días. En segundo lugar, porque, al tratarse todavía de una etapa temprana, lo que se diga en una plaza en calidad de candidato –sabemos– no se aplica necesariamente una vez ceñida la banda presidencial. En tercer lugar, porque, aun si se le ofreciera formalmente a Velarde la oportunidad de continuar, no es claro que este aceptaría (de hecho, ha dado declaraciones en sentido contrario). Y, en cuarto lugar, porque aun si él aceptase seguir a cargo, no es una decisión que dependa exclusivamente del Ejecutivo: el Congreso es el encargado de ratificar al presidente del BCR vía mayoría absoluta.
Esto no quita, sin embargo, que la voluntad del candidato de darle continuidad al actual presidente del ente emisor sea positiva. Como hemos opinado en ocasiones anteriores, el trabajo del BCR en las últimas décadas ha sido ejemplar y la institución se ha convertido en un paradigma de la meritocracia y eficiencia en medio de un sector público peruano, por lo general, opaco e ineficaz.
El mensaje es especialmente importante en un candidato que, desde que apareció con posibilidades reales de llegar a la presidencia, ha sido motivo de enorme incertidumbre económica. Aun si, por alguno de los cuatro motivos expuestos, Velarde no permaneciese al frente de la institución, es indispensable que desde el BCR se garantice la continuidad de una política monetaria sensata y responsable.
La misma reflexión aplica para cualquier nombramiento en entidades que han demostrado fortaleza institucional y buen desempeño en los últimos años. Organismos como el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), el Ministerio de Relaciones Exteriores, la SBS, entre otros, tienen un trabajo sólido que podría ser puesto en riesgo con liderazgos poco capacitados o que prioricen la visión política sobre la técnica.
Desde el inicio, los candidatos en contienda durante esta campaña electoral demostraron poco interés por transmitir mensajes de responsabilidad macroeconómica. Promesas de gasto fiscal impagable y muy poca claridad sobre mecanismos de financiamiento público estuvieron a la orden del día, sobre todo a partir de la segunda vuelta. Pero, culminada la pelea por los votos, el peso de la realidad económica –con sus leyes propias– se empieza a ser primero aparente y luego inexorable para las autoridades elegidas. Por eso, la voluntad de mantener una política sana en el BCR, junto con otros mensajes de responsabilidad económica que han difundido miembros del equipo técnico de Perú Libre son buenos indicios por el momento.
Dado que esta visión más ortodoxa contrasta con la narrativa política original de Perú Libre, en caso de que sean gobierno existe razonable escepticismo respecto de qué tan veraz y duradera resultaría la aparente reconversión. Pero, por lo pronto, y sobre todo en un ambiente tan cargado, cualquier señal de responsabilidad económica debe ser saludada.
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