La aparición de las juezas María Jéssica León Yarango y María Vidal La Rosa en una fotografía tomada el día del cumpleaños del ex juez César Hinostroza en el 2017, y divulgada por este Diario dos días atrás, ha suscitado una gran controversia. La imagen proviene, en realidad, de la captura de un chat denominado Amigos de Cesitar H, en el que participaban diversos integrantes del sistema de justicia nacional, cuyas conversaciones han proporcionado, además, indicios sobre el grado de familiaridad que existía entre ellos.
En lo que concierne específicamente a las referidas magistradas, sin embargo, la controversia se ha desatado a raíz de la manera en que su aparente cercanía al destituido juez supremo podría influir en las responsabilidades en este momento a su cargo. Por un lado, la señora León Yarango integra la sala que deberá resolver la apelación de la lideresa de Fuerza Popular (FP), Keiko Fujimori, a la orden de prisión preventiva que pesa sobre ella. Y por otro, la señora Vidal La Rosa es, desde el 6 de este mes, jefa de la Oficina Desconcentrada de Control de la Magistratura de la Corte Superior, una de las dependencias de la Oficina de Control de la Magistratura que debe luchar contra la corrupción en el Poder Judicial.
De hecho, a propósito del primer caso por lo menos, ya se han escuchado voces en la opinión pública y el Parlamento demandando una abstención de parte de la jueza para evitar que los vínculos de Hinostroza con distintos representantes del fujimorismo arrojen sombras sobre la imparcialidad de su eventual dictamen.
Es necesario, no obstante, dejar constancia de que han existido también pronunciamientos en sentido contrario. “¿Por qué tiene que abstenerse una persona que es un profesional sobre un tema […] porque asistió a un cumpleaños?”, ha dicho por ejemplo el legislador Carlos Tubino, vocero de la bancada de FP. Y, en general, esa es la pregunta que plantean quienes sugieren que la fotografía y las conversaciones no deberían traer consecuencias para las personas que aparecen en ellas por tratarse de circunstancias poco menos que anecdóticas.
¿Pero es eso efectivamente así? ¿Estamos ante imágenes y charlas casuales entre individuos que apenas se conocían y que, en esa medida, mal podían tener establecida una relación de compromiso y lealtad –en la peor de sus acepciones– entre sí?
No lo creemos. Para empezar, la fotografía de marras es posada y no captada al azar sin que los protagonistas se dieran cuenta de lo que estaba pasando. No debe haber sido fácil acomodar a todas esas personas en torno al ‘dueño del santo’ de modo que quepan en el retrato. Y de ello se desprende que su participación en el evento fue buscada y tan complacida que se quiso dejar testimonio gráfico de ella. Casi un ‘momento Kodak’.
De otro lado, el hecho de que la señora León Yarango votase a favor de Hinostroza cuando fue elegido por segunda vez presidente de la Corte Superior del Callao sugiere también una afinidad preexistente a la fotografía, por más que ella afirmase luego que se sentía arrepentida de haber votado en ese sentido.
Por lo demás, si conversaciones por chat o llamadas telefónicas con Hinostroza no necesariamente relacionadas a hechos delictivos han sido suficientes para que otros funcionarios en el Poder Ejecutivo o el Judicial deban dar un paso al costado –nos referimos, por citar solo dos, al ex ministro de Justicia Salvador Heresi o al ex presidente de la Corte Suprema Duberlí Rodríguez–, no queda claro por qué ahora ese prurito de asepsia tendría que ser dejado de lado.
Es cierto que lo que ocurre actualmente con el fiscal de la Nación, Pedro Gonzalo Chávarry –protagonista de conversaciones y dispensador de favores al corrupto ex magistrado, que todo el país ha conocido–, constituye un precedente en ese sentido.
Pero difícilmente eso puede ser exhibido como ejemplo de una receta a seguir en la búsqueda de dotar de transparencia al sistema de justicia en el país.