Editorial El Comercio

Esta semana, mientras la presidenta y su Gabinete se empecinaban en restarle gravedad al de la mandataria, los robos en la capital no daban tregua y el Congreso continuaba presentando iniciativas lesivas para el país, una noticia pasó desapercibida. Lima Metropolitana ha registrado en lo que va del 2024; un número que nunca había alcanzado a estas alturas del año, y en distritos como Miraflores, La Molina y San Borja los casos casi se han triplicado en una semana. Como sabemos, la capital y otras 19 regiones del país fueron declaradas en emergencia debido al dengue el último 28 de febrero.

Es cierto, como ha explicado la investigadora de la Universidad Cayetano Heredia Valerie Paz-Soldán, que la capital es un territorio idóneo para la proliferación del dengue, dado que el mosquito que lo transmite (el ‘Aedes aegypti’) recién llegó en el 2005 y, por consiguiente, la mayoría de los limeños nunca han estado expuestos a él. Pero lo anterior también es preocupante porque significa que, a diferencia de otras regiones del norte y la selva del país, donde existe información sobre cómo erradicar los criaderos del zancudo y sobre los síntomas de la enfermedad, en la capital esto es prácticamente inexistente. Como señala acertadamente el médico infectólogo Leslie Soto, en Lima “no existe el hábito de eliminar criaderos de dengue”.

La situación es particularmente grave dado que se estima que los casos continuarán aumentando, al menos hasta finales de abril. Ello porque, aunque formalmente la capital ya se encuentra en el otoño, se espera que las temperaturas continúen siendo más altas de lo que era usual en esta época del año y, como se sabe, el calor ayuda a que los zancudos se reproduzcan mucho más rápido de lo normal. Así, podríamos tener una emergencia en incubación en estos momentos a la que no le estamos dando la debida importancia.

En otras regiones, por otro lado, la situación también es preocupante. En La Libertad, por ejemplo, los casos de dengue suman ya 16.247. En Lima región, 12.306. En Piura, 11.470. Y en Ica, 10.909. En total, la suma de contagios en todo el país hasta la semana epidemiológica 11 está próxima a sobrepasar los 80.000 (con 82 decesos); esto es, más de 14.000 casos en comparación con el mismo período del año pasado, donde el dengue golpeó con fuerza en el norte del país dejando imágenes imborrables de hospitales colapsados con enfermos siendo atendidos en los pasillos y de colegios vacíos por la suspensión de clases forzadas por la crisis sanitaria. Según cálculos de Cristian Díaz Vélez, director general de Intervenciones Estratégicas en Salud Pública del Ministerio de Salud (Minsa), este año el número de infecciones superará los 256.000, con lo que habremos establecido otro récord nefasto.

Como reveló la Unidad de Periodismo de Datos de El Comercio (ECData) , además, el Perú es el tercer país de la región en incidencia de dengue (casos por cada 100.000 habitantes), solo superado por Brasil y Paraguay, e instituciones como el Colegio de Biólogos del Perú ya han hecho para reforzar las medidas que eviten que los contagios continúen subiendo.

Se trata de un panorama que coloca en una posición frágil al titular del Minsa, , quien llegó precisamente al Gabinete luego del fiasco del Ejecutivo en la lucha contra el dengue en el 2023 –que le costó el puesto a la entonces ministra de Salud, Rosa Gutiérrez– y, pese a ello, nos encontramos nuevamente desbordados por la enfermedad. Quizás viene siendo tiempo de que el presidente del Consejo de Ministros evalúe si tiene sentido mantenerlo el día que se presente en el pleno para solicitar el voto de investidura. Y, si no, bien podrían los legisladores demandárselo.

Editorial de El Comercio

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