La vida de Angélica Espinoza está llena de lecciones. Entre ellas, la de que el apoyo preciso en el momento adecuado puede cambiar la historia deportiva de todo un país. En el 2017, Angélica –que nació sin el brazo izquierdo– había intentado ser atleta paralímpica en natación y en vóley, sin mayor éxito. Fue entonces que se cruzó con Delicia Paredes e Yvonne de la Cruz, del Comité de Parataekwondo, quienes la convencieron de que se pasara a esta disciplina. El efecto fue inmediato. Ese mismo año, Angélica logró el primer lugar en un campeonato de Parataekwondo en Costa Rica. Siete años después, su palmarés es deslumbrante: oro en los Parapanamericanos de Lima 2019, en los de Santiago 2023, en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 y –desde ayer– en los de París 2024.
La victoria de Angélica, además, ha servido para que el país voltee a ver lo que está logrando nuestra delegación paralímpica –la más grande de nuestra historia, con 13 atletas– en la capital francesa, donde Rodrigo Santillán ya consiguió diploma en paranatación al quedar en sexto lugar y las posibilidades de entrar al podio en otros deportes son bastante altas.
Resulta difícil dimensionar lo que estos atletas están logrando. Si ya ser deportista de élite en el Perú es una hazaña reservada solo a los más persistentes, ser paradeportista en un país que maltrata y excluye a quienes nacen con alguna discapacidad tiene ribetes de epopeya. Y, sin embargo, ellos están allí, entrenando muchas veces en soledad y sin el equipamiento adecuado para que nosotros podamos sentirnos orgullosos de sus logros.
Como mencionamos al inicio, la historia de Angélica demuestra que el talento muchas veces está allí, a la espera de ser descubierto y trabajado por los entrenadores correctos. ¿Cuántos otros atletas olímpicos o paralímpicos estaremos dejando pasar por ser un país que no les presta atención a los deportes? ¿Cuánto potencial estaremos dilapidando por no contar con los recursos humanos, económicos o de infraestructura adecuados?
Como dijimos en este Diario tras la medalla de bronce obtenida por Stefano Peschiera en París 2024, la mejor forma de honrar a nuestros atletas, de retribuirles el esfuerzo y de agradecerles por sus logros es creando las condiciones para que surjan más como ellos. Y si nuestras autoridades todavía tienen dudas de que invertir en el deporte sea redituable, solo tienen que mirar lo que han logrado nuestros deportistas este año sin recibir mucho apoyo ni atención.