Anteanoche, desde su cuenta de Twitter, el ministro de Energía y Minas Luis Miguel Incháustegui, aseguró haber sido contactado el viernes pasado por “dos personas cercanas a Acción Popular”. Según explicó, una de ellas le señaló en tono conminatorio que cuidase el legado de su apellido (su padre estuvo vinculado al partido de la lampa) y que recordara lo que ocurrió con Pedro Pablo Kuczynski –quien renunció en medio de un escándalo de compra de votos para evitar su vacancia–. La otra se refirió a que se estaba “tercerizando” un gabinete de transición y que él, en un supuesto gobierno del congresista Manuel Merino (presidente del Parlamento elegido por Acción Popular), mantendría el cargo que viene desempeñando.
Con la moción de vacancia contra el presidente Vizcarra recién aprobada, la posibilidad de que un miembro de un partido político haya buscado reclutar a un ministro de Estado para que forme parte del equipo de quien tendría que reemplazar al actual mandatario si se le destituye es un escándalo mayúsculo.
En primer lugar, porque la empresa de conformar un nuevo Ejecutivo se estaría adelantando al desenlace del debido proceso constitucional, sugiriendo que algunos ya tendrían definido cómo este concluirá sin que siquiera se haya producido un debate. Asimismo, revelaría que existe apremio en algunos sectores por asumir el poder, lo que pone en tela de juicio la objetividad con la que se evaluará el caso del presidente en el hemiciclo.
En todo caso, lo serio de la denuncia demanda mayores aclaraciones del ministro Incháustegui. Un trance de esta naturaleza no puede quedarse en la descripción de una conversación con un interlocutor anónimo (y llama la atención que haya esperado un día entero para comunicarsela al presidente). Ofrecer la totalidad de los detalles es parte de su obligación ante la ciudadanía como funcionario público, especialmente ante hechos así de graves.
Sin embargo, desde la misma agrupación también debería haber interés por obtener respuestas sobre la exploración por ministros descrita por Incháustegui. De ello dependen sus credenciales democráticas.