La congresista Patricia Donayre, vocera de Unión por la República, participó en la reunión con el presidente Martín Vizcarra el último lunes. [Foto archivo El Comercio]
La congresista Patricia Donayre, vocera de Unión por la República, participó en la reunión con el presidente Martín Vizcarra el último lunes. [Foto archivo El Comercio]
Editorial El Comercio

Si algo no ha escaseado en el país desde que el presidente anunció su propuesta de adelanto de elecciones el último julio, han sido las –por decirlo de alguna tibia manera– ‘alternativas’ que han ventilado ciertos sectores como supuestos remedios a la crisis política. En efecto, banderas de vacancia presidencial, de una orilla, o cierres del , desde la otra, han infectado el debate volviéndolo más viscoso de lo que ya se encontraba.

Ambas posturas que, vale decir, rechazamos de plano.

No obstante lo anterior, en los últimos días algunos legisladores han postulado también algunas ideas peregrinas que vale la pena comentar. La parlamentaria de Unidos por la República ha sostenido , por ejemplo, que “la salida es una convocatoria a un Congreso Constituyente porque va a permitir hacer cambios fundamentales que la Constitución necesita”.

Un planteamiento que por la legisladora de Nuevo Perú y que, si uno vuelve la vista a otros picos de tormenta política que ha soportado el Perú en los últimos tiempos –como el primer pedido de vacancia contra Pedro Pablo Kuczynski–, verá que ha sido insistentemente revoloteado por los congresistas de la izquierda como la panacea que aliviará, de un plumazo, todos los males del país.

Como hemos , la propuesta de una nueva Constitución fue una de las banderas de la referida tendencia ideológica en las elecciones del 2016… y quedó desestimada por la mayoría de ciudadanos en la primera vuelta. Por lo que usar ahora la crisis como excusa para empujar aquello que no pudieron obtener de las urnas luce, a decir verdad, un poco oportunista.

Por otro lado, si algo ha demostrado la experiencia de la crisis del régimen fujimorista en el 2000 es que el país cuenta con las herramientas para resolver el entrampamiento actual sin hacer descarrilar las reglas de juego ni cambiar la Carta Magna. Después de todo, si cada crisis exigiese obligatoriamente una remoción del suelo constitucional, la institucionalidad jamás terminaría de asentarse.

Nota del editor: En una versión anterior del artículo se consignaba, por error, el condicional 'exigiría' en el último párrafo. Se ha cambiado por el subjuntivo 'exigiese'.