(Foto: Alessandro Currarino).
(Foto: Alessandro Currarino).
Editorial El Comercio

Las explicaciones de los voceros del fujimorismo sobre el origen y el camino que siguieron los aportes que recibieron para las campañas del 2011 y el 2016 se complican día a día y, en lugar de ganar verosimilitud, alimentan las sospechas que han motivado las investigaciones que el Ministerio Público viene desarrollando al respecto.

El domingo pasado, durante una entrevista telefónica concedida al programa “Cuarto Poder”, , ex secretario general y ex candidato vicepresidencial de Fuerza 2011, ha mencionado de pronto un nuevo dato que produce precisamente ese efecto.

Según él, el dinero que le dio hace siete años a su sobrino, Jorge Yoshiyama Sasaki, con el encargo –como hemos sabido recientemente– de que consiguiese amigos dispuestos a figurar como titulares de aportes que cubriesen la suma entregada, provino de un empresario amigo suyo. A saber, de Juan Rasmuss Echecopar, a quien definió como “uno de los hombres más ricos del continente”, interesado en colaborar con la campaña de la que él participó “en defensa del modelo económico”.

Ha dicho, además, que, aunque vivía en el extranjero, cada vez que venía al país, Rasmuss le preguntaba telefónicamente cuánto necesitaba y le enviaba el dinero. “No recuerdo exactamente cuántas veces fueron, pero cada vez que me entregaba [dinero] era de su propia fortuna”, ha precisado Yoshiyama Tanaka, al tiempo de añadir que este generoso amigo también contribuyó a la campaña del 2016.

Ha sostenido, por otra parte, que no lo dijo antes porque el empresario en cuestión, ahora lamentablemente fallecido, le pidió que guardase el secreto, pero que los fondos fueron totalmente lícitos. Esto último, con el fin de negar expresamente que pudieran haber provenido de la empresa .

Lejos han quedado, por supuesto, los tiempos en los que sostenía sobre los recursos que llegaron a la campaña del 2011: “Todo está bancarizado”. Y más lejos todavía, aquellas declaraciones en las que el propio Yoshiyama Tanaka aseveró: “Por ley, el secretario general está impedido de entrar a ver los ingresos y los egresos del partido; no he tenido nada que ver en este tema”.

Pero, aparte de la falsedad flagrante de esas afirmaciones que ahora es posible distinguir, el nuevo dato ‘revelado’ el domingo entraña un problema de credibilidad difícil de superar. Ocurre que, al haber fallecido el supuesto aportante y no existir registro del dinero que presuntamente habría donado, el testimonio de Yoshiyama Tanaka se convierte, sencillamente, en palabras en el aire. Para todo efecto práctico, Rasmuss resulta un aportante fantasma más, igual que todos aquellos que prestaron su nombre para que las cuentas ante la ONPE, ilusoriamente, cuadrasen.

Siguen en pie, en consecuencia, las sospechas que levantaron las declaraciones de Jorge Barata a los fiscales peruanos el 28 de febrero de este año y que vale la pena recordar. “Nosotros aportamos al partido . Y la persona que representaba al partido era el señor Jaime Yoshiyama. Con él hemos conversado, a él le dimos los aportes. Nosotros inicialmente aportamos 500 mil en la campaña del 2011”, fue lo que dijo en esa oportunidad el ex representante de Odebrecht en el Perú.

Y sobre la importancia que tenía Yoshiyama en la campaña del 2011, Barata enfatizó: “Entendíamos que el señor Yoshiyama era un líder del partido político, era un jefe del partido político, era el jefe de la campaña”.

En nada desvirtúa, entonces, el súbito recuerdo de Yoshiyama la coherencia de la hipótesis de la fiscalía sobre los orígenes de buena parte de los recursos del fujimorismo en la campaña del 2011. Esperemos que el propio Yoshiyama vuelva al país para dar las explicaciones concernientes.