Nuestro corresponsal viajero, Luis Varela y Orbegoso “Clovis”, nos envía una extensa crónica, que en uno de sus acápites narra la llegada de su barco a Nueva York: “Era de noche; el cielo estaba oscuro y el mar se veía negro y triste; pero a nuestro alrededor se presentaba el más maravilloso espectáculo: nos envolvía un gran cerco de diamantes, formando un círculo enorme, Nueva York y sus islas nos encerraban causando la más maravillosa impresión. Y allá, en el fondo, un cielo rojo y el resplandor de una intensa llamarada: era Broadway, la gran arteria neoyorkina”.