La batalla entre los ríos Aisne y Meuse, continúa. Los montenegrinos y serbios llegan a Sarajevo. Austria toma medidas para evitar una sorpresa si Italia le declara la guerra. El káiser arenga a sus soldados, y les dice: “Todo el éxito lo debemos a Dios, nuestro Señor, que desde las alturas nos está mirando”. Los diarios franceses y alemanes relatan el duelo entre dos aviadores, uno francés y el otro alemán, que volaban tan cerca que ambos dispararon sus revólveres, hasta que el alemán resultó gravemente herido y su aparato cayó en medio de las tropas británicas.