“Un fusil no es sino el mango de una bayoneta”. El viejo aforismo de Souvarov resplandece en estos momentos en el cielo enrojecido de Europa, allí reflejado por la bravura proverbial del soldado francés. En las batallas más importantes que han tenido lugar hasta ahora y, en la serie de combates preliminares, los franceses han señalado invariablemente sus triunfos por el efecto decisivo de las cargas a la bayoneta; y es que los soldados franceses no necesitan sino ser colocados frente a su objetivo para lanzarse al asalto y su empuje se hace así formidable e irresistible.