Hace pocos días tres regimientos de húsares húngaros iniciaron una valerosa carga contra las baterías rusas emplazadas en los linderos de un bosque, pero cuando estaban cerca de los cañones, salieron del bosque verdaderas masas de cosacosán. Los húngaros que habían embestido sobre la artillería no esperaron chocar con los cosacos y se dieron a la fuga, llenos de terror. Un cuarto de hora después, casi una milla de terreno quedaba cubierto por los despojos de hombres y caballos de los húsares húngaros. Los cosacos son implacables.