La destrucción de la escuadra alemana por buques ingleses en la proximidad de las islas Malvinas es un duro golpe para el káiser Guillermo II y su imperio. Hubo un intercambio de comunicaciones entre el soberano y el presidente del Reichstag, quien le dice que está estrechamente ligado al káiser en el dolor y el orgullo por las muertes heroicas de los marinos. Guillermo II agradeció sus palabras y le dijo: “Confío en Dios, de cuyas graciosas manos recibimos la fortuna y los contrastes”. Sigue creyendo en la victoria final.