Durante la primera administración del doctor José Pardo se expidió la norma que hacía obligatoria la vacuna para todos los habitantes del Perú, nombrándose vacunadores oficiales en los distintos centros poblados de la república para que nadie lograra eximirse de esa obligación. Como resultado, se pudo desterrar la viruela por algún tiempo, aun de los lugares donde invariablemente se presentaba esa enfermedad con caracteres epidémicos. Esto demostró, en forma evidente, que es necesaria la vacuna para proteger a las poblaciones de esa terrible plaga que hoy aflige a diferentes puntos de la república. Es preciso remarcar que la vacuna esté en perfectas condiciones y los vacunadores sean competentes.