Rompiendo con sus tradiciones, el cielo limeño nos obsequió anoche con una lluvia copiosísima, que, vinculada con los desbordes del Rímac, no dejó de ser alarmante. La lluvia fue muy fuerte y se pasaron los arcaicos techos de torta de muchas casas. La capital amaneció con sus calles encharcadas y las calzadas llenas de lodo. Esta lluvia, la segunda de estas raras características, pues en pasadas noches cayó otra sobre Lima, ha sido en verdad muy intensa y, aunque no ha causado daños materiales ni personales, no ha dejado de ocasionar molestias, sobre todo a quienes tienen que recorrer las calles de la ciudad en las primeras horas de la mañana.