Desde tiempos virreinales hay testimonios que relatan que en Lima abundaban los perros vagos en calles y plazas. Esto no varió en tiempos republicanos y en muchos reglamentos municipales vemos que el gremio de aguadores tenía la obligación de eliminar a los canes callejeros, sobre todo al inicio de verano, pues había el temor que enfermaran de hidrofobia convirtiéndose en portadores de una enfermedad mortal. La municipalidad tiene ahora esa desagradable labor y es necesario que la ejecute lo antes posible, pues dichos animales pululan hambrientos, escuálidos y sarnosos.
H.L.M.