Uno de los proyectiles más mortíferos en la guerra europea es la granada manufacturada por la casa Skoda, en Pilsen (Austria). Los obuses que las disparan son también Skoda y muy superiores a los morteros Krupp. Dichos proyectiles producen muerte segura a todo blanco viviente que se encuentre en un radio de 150 yardas. La fuerza de los gases que producen es tal que destruyen las murallas y corazas de las fortalezas, matando a todos aquellos a quienes han respetado otra clase de proyectiles. Los gases penetran por los poros del cuerpo y desgarran la carne de los soldados causando una muerte atroz. Angustia tanto horror y destrucción causados por el hombre.