Pedro Dávalos y Lissón ha escrito sobre la dura existencia de los pastores de ganado en Puno que solo ganan cuarenta soles al año y se les paga en maíz, coca y otras especies a precios recargados. Se les entregan quinientas borregas y tienen que responder por las muertes de los animales. Esto terminará cuando los indígenas reciban instrucción. El gobierno debería enviar anualmente a los Estados Unidos a doscientos hijos de pastores para que se eduquen en las escuelas especiales que allí existen para los pieles rojas en las reservaciones.
H.L.M.