Uno de los daños que causa el divorcio es que deja muchas veces a los hijos en la tristísima condición de tener a la vez padre y madre, padrastro y madrastra, y una serie no interrumpida de medios hermanos habidos por línea paterna y materna, con su cortejo de rivalidades y ambiciones. Todo esto genera problemas terribles. El divorcio absoluto constituye un mal mucho mayor que el supuesto bien que pretende hacer. Dios declara adúltero a aquel que case con la mujer que ha sido de otro, viviendo su marido.
H.L.M.