París vuelve a la normalidad. Se aproxima la primavera y en el verano los parisienses que estén en posibilidades podrán marcharse de la capital a los balnearios o al campo sin que parezca una fuga de refugiados. Durante los años de la guerra esto no fue posible y la ciudad tuvo que soportar multitud de problemas y escasez de alimento. Caminamos por las calles, la música suena en los bares, se encienden las luces al atardecer, los vehículos circulan, la gente ríe y sentimos que la paz es cierta y somos felices.
H.L.M.