El Premio Nobel acaba de ser otorgado a Jacinto Benavente. El admirable dramaturgo español obtiene fuera de su patria el homenaje que espíritus menguados pretenden escatimarle dentro de ella. Cuando se escriba la historia del teatro español se destacará la figura de Benavente y se conocerá, cuando el tiempo haya puesto bastante distancia espiritual entre el dramaturgo y sus críticos, cuánto le debe la escena española que él salvó del que parecía irremediable desastre. Deplorable costumbre española e hispanoamericana de denigrar a quienes se destacan.
H.L.M.