El estado de efervescencia política, de desorganización económica, de miseria social, de desaliento y de caos en que se encuentra Alemania favorece al estallido de aventuras revolucionarias. Cuando Alemania perdió la guerra, una violenta conmoción interna derribó a la monarquía. Han pasado cinco años y creemos que la monarquía no volverá jamás a Alemania. Hay fracasos tan grandes que no se olvidan. En este momento no se avizora cuál será el rumbo adecuado que debe seguir Alemania para levantarse de su espantosa postración.
H.L.M.