Cada fin de año procuro escribir un reporte sobre las mejores investigaciones periodísticas de América Latina, aprovechando un privilegiado puesto de observación: el de director del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), que organiza una conferencia continental sobre la especialidad y hace 21 años otorga un premio a los principales trabajos. El propósito no es elogiar el oficio. Es mostrar el sombrío espacio ilícito regional, mediante evidencia irrebatible. Aunque las guerras que matan a miles de personas están ocurriendo en otras zonas, aquí crecen a paso firme los grupos criminales, a veces desde dentro de un gobierno. La corrupción exhibe buena salud. Las narraciones periodísticas demuestran que en muchos casos ambos fenómenos actúan asociados.
La noche del 9 de diciembre, en el Museo de la Memoria y Tolerancia de CDMX, donde se entregaron los premios, el argentino Santiago O’Donnell, uno de los miembros del jurado (junto con Alejandra Xanic, de México; Lise Olsen, de Estados Unidos; Marcelo Moreira, de Brasil; e Ignacio Gómez, de Colombia), dijo que había historias extraordinarias que no figuraban entre las 15 finalistas. En la conferencia, en efecto, era posible descubrirlas. Por ejemplo, la de Arturo Torres y Belén Arroyo, de Código de Vidrio y la revista “Vistazo”, de Ecuador, que reveló los nexos entre jueces, cabecillas de bandas, abogados y políticos, para liberar a sentenciados por narcotráfico. En cierto modo eso explica el auge del crimen organizado en ese país. Otro ejemplo: los hallazgos de Flavio Ferreira, de “Folha de Sao Paulo”, sobre un sistema de corrupción en obras públicas posterior al Caso Lava Jato, a través de la empresa estatal Codevasf, controlada por políticos y empresarios de Brasil. El mecanismo, creado cuando gobernó Jair Bolsonaro, continúa operando bajo Lula.
Otras investigaciones identificaron a poderes que eran objeto de estudio de periodistas asesinados. Forbidden Stories, dirigida por el francés Laurent Richard, hizo la tarea en asociación con una treintena de medios europeos y latinoamericanos. Por un lado, siguió el trabajo de Dom Phillips, el periodista de “The Guardian” acribillado con el indigenista Bruno Araújo, en Brasil, el 22 de junio del 2022, en un río del Valle del Yavarí, estado de Amazonas, donde operan traficantes de madera, drogas y recursos naturales. Los mataron pescadores ilegales. De otro lado, la alianza continuó la búsqueda que no pudo concluir Rafael Moreno, editor de la página digital Voces de Córdoba, desde donde chocaba con grandes intereses que lo tenían amenazado. Alguno envió a dos sicarios a matarlo el 16 de octubre del 2022, en Montelíbano, Colombia. Tanto Phillips, como Moreno y Fernando Villavicencio, el periodista ecuatoriano que saltó a la política y cayó abatido por el narcotráfico en agosto pasado, luchaban solos contra fuerzas muy superiores. Christian Zurita, quien con un casco en la cabeza reemplazó a su amigo Villavicencio como candidato presidencial −y ha retornado al periodismo para continuar sus búsquedas− hizo un espeluznante relato de su indefensión en la conferencia de investigadores.
Aunque tampoco figuró entre los finalistas, es oportuno mencionar el Caso Fundaciones, destapado por Timeline, de Antofagasta, sobre un desvío de fondos estatales hacia ONG vinculadas al gobierno de Gabriel Boric. Resultó el primer caso de corrupción del régimen izquierdista de Chile, pecadillos en comparación con los robos en otros países. Del Perú destacó la serie de reportajes de América TV sobre los sobornos de la empresaria Sada Goray. Un contingente de periodistas que no pueden volver a sus redacciones en Cuba, Nicaragua, El Salvador y Guatemala, exhibieron trabajos ejemplares realizados en el exilio.
En cuanto a la lista de 15 mejores definida por el jurado, Brasil, el país de donde procedió la mayor cantidad de postulaciones −82 de un total de 288 este año− resultó con cuatro finalistas. Breno Pires, de la revista “Piauí”, demostró un fraude de grandes dimensiones en el Sistema Único de Salud, a través de registros de atención que nunca existieron. Marina Rossi, de Repórter Brasil, hizo un levantamiento inédito sobre la actuación de los diez principales ganaderos que deforestan la Amazonía. André Borges y Adriana Fernandes, de O Estado de Sao Paulo, revelaron con lujo de detalles el fallido intento de Bolsonaro de ingresar ilegalmente a Brasil dos paquetes de diamantes que le habían sido regalados en Arabia Saudita cuando era presidente. Una cuarta investigación, de Talita Benidelli y Elaine Brum, de Sumaúma, un medio especializado en la Amazonía, obtuvo el tercer lugar en el concurso. Demostró que 570 niños de la etnia indígena Yanomami murieron por falta de atención médica durante el gobierno de Bolsonaro. De la denegación de asistencia alimentaria y de salud se tenían indicios, pero no se la había documentado detalladamente. En Brasil hay una causa abierta por posible genocidio.
Algunas investigaciones distinguidas tuvieron un resultado fulminante. Ocurrió con la de Mabel Rehnfeldt, de ABC Color, de Paraguay, al mostrar la injustificable fortuna del presidente de la Corte Suprema, Antonio Fretes, quien tuvo que renunciar. Otra de impacto fue El Gran Padrino, de Anderson Boscán, de La Posta, de Ecuador. Reveló una trama de corrupción en empresas públicas que involucraba a personas del entorno personal del presidente Guillermo Lasso. Este dimitió, forzando las elecciones generales del 2023. Por estos días Boscán está siendo criticado por gremios periodísticos por su familiaridad con fuentes del narcotráfico, con las que, a su juicio, es necesario tratar. De Ecuador, asimismo, fue distinguida la serie de reportajes de Marjorie Ortiz y Sandra Miranda, del diario “El Universo”. Luego de analizar 1.975 contratos reveló la defraudación a gran escala −con asesinatos de por medio− que campea en el sistema de seguridad social de ese país.
El crimen organizado fue materia de cuatro investigaciones escogidas. Germán de los Santos y Hugo Alconada, de “La Nación”, de Argentina, describieron el feudo narco en que se ha convertido la ciudad de Rosario, en la provincia de Santa Fe. Celia Pousset, del medio digital Contracorriente, demostró cómo se apoderó de Honduras el gran narcotraficante Geovanny Fuentes, condenado a prisión perpetua en Nueva York. El norteamericano Jason Buch publicó en Border Hub una investigación demostrativa de la facilidad con que políticos mexicanos lavan dinero robado en bancos de los Estados Unidos. El cuarto trabajo quedó en segundo lugar. Ronna Rísquez, de Runrun.es, mostró una escalofriante radiografía del poder del Tren de Aragua en las cárceles venezolanas.
Fue finalista, pero tenía tanto mérito como las ganadoras, una investigación de “El País”, de España, que conmocionó el mundo político mexicano. Hecha por José María Irujo y Joaquín Gil, reveló los millonarios depósitos que tenían en el principado de Andorra los jerarcas del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Otro trabajo seleccionado del mismo diario lo hicieron Zedryk Raziel y Beatriz Guillén. Hallaron que la ministra de la Suprema Corte de Justicia de México, Yasmín Esquivel, había plagiado 209 de las 246 páginas de su tesis de doctorado. Una investigación anterior del columnista Guillermo Sheridan había evidenciado que la magistrada plagió su tesis de licenciatura. Esquivel, sin embargo, aún sigue en el cargo. Al igual que otro político mexicano, el exgobernador de Sinaloa Quirino Ordaz, actual embajador de su país en España, a quien el diario “El Universal” acusó de corrupción. Nada menos que US$57 millones destinados a consolidar un proyecto turístico de un primo suyo, según explicó la autora, Miriam Ramírez. La contundencia de estas historias realza el trabajo ganador, referido a las muertes durante las protestas sociales en el Perú, de César Prado y Rosa Laura, de IDL-Reporteros. Aparte de la investigación, contenía imágenes de disparos que demuestran asesinatos. Un valor agregado difícil de ignorar.