Adiós, general, por Damita de Hierro
Adiós, general, por Damita de Hierro
Redacción EC

“Ya tienen mi cabeza”, le dijo el martes un compungido a sus enemigos mortales, a quienes también acusó de haberlo derribado del ministerio. En solidaridad con el ex titular del Interior, denunciamos desde aquí el complot que ha llevado, durante estos meses, a que haya ido perdiendo el respeto... mejor dicho, el cariño del pueblo.

¿Quién, si no la cruel oposición, habría estado detrás de algunos de sus más conocidos y lamentables exabruptos? Uno no amenaza así como así a un policía con enviarlo al Vraem si no tiene listo el segundo piso de una comisaría (no, al menos, en público). ¿Por qué, si no inducido por efluvios de origen siniestro, habría pisado a un reportero que le retiró el micrófono mientras respondía una pregunta? ¿Cómo explicar de otra forma que Urresti haya asegurado, sobre la fuga de a Bolivia, que “no hay país de donde no haya escapado gente, eso es normal”? Brazos oscuros e invisibles le rodeaban y torcían su lengua. Los mismos brazos, está claro, que lo llevaron a asegurar en un primer momento que los policías de no tenían armas, solo para luego verse forzado a retractarse.

El tema de fondo, como en todo, es sin embargo quién ríe último. Y, aunque el ex ministro todavía no ha confirmado que querrá postular a las elecciones en el 2016, ya ha adelantado que los intentos de a y de acabar con él, por verlo como “un potencial enemigo”, no traerán demasiados frutos. “¿Creen que es tan fácil? –ha dicho–. Si es así, no me conocen”.