En Áncash cogobierna el desconcierto; el futuro se ve oscuro para el líder César Álvarez. Tan oscuro que el ex presidente regional, conocido como ‘La Bestia’ entre sus seres más y menos queridos, sufrió el fin de semana de depresión y claustrofobia (padecimiento conocido también en la Dirincri como “cuadro pendenciero-penitenciario”).
¿Quién será el ejemplo de lo que debe ser un presidente regional ahora?, murmuran en las plazas peruanas. ¿Podrá alguien hacer por nosotros lo que hizo César por Áncash en sus siete años en el gobierno regional (demasiado breves para tanta grandeza)? ¿Alguien seguirá cubriendo aquella región otrora gris de brillante amarillo, color del sol y, coincidentemente, también de su partido? ¿Quién hará por la prensa independiente aquello nunca antes visto desde el glorioso fujimorato? ¿Oh, Señor, magnánimo César, por qué nos has dejado?
Calma, todo indica que César habría dejado un digno reemplazo: Waldo Ríos Salcedo. Si su nombre les suena conocido, probablemente es porque fue alcalde de Huaraz (y no porque como congresista recibió dinero de Montesinos para pasarse al fujimorismo, ya que eso acaeció en el 2000 y ha quedado claramente en el olvido). Ríos es un candidato prometedor. Ha sabido solucionar el problema de la redistribución del canon, solución que –como ha dicho– “reactivará” además la economía regional. En sus palabras, “de ser elegido presidente regional, no vamos a comprar patrulleros ni ambulancias, vamos a regalar S/.500 a cada una de las familias ancashinas y será con recursos del canon minero”. ¿Alguien dijo chorreo? No hay mal que por bien no venga.