Días atrás un colega comentó que un candidato, Eusebio Torres, obtuvo solo un voto en la elección municipal de Palca (Tacna). Notaba que ello debería consolar a otros postulantes que no fueron elegidos. Sin embargo, el consuelo para el mismo Torres llegó rápidamente desde el histórico Sartimbamba (La Libertad): el candidato de Somos Perú, Eduardo Martell, obtuvo cero votos.
La diferencia es más grande de lo que la matemática dice. Si bien ambos, Eusebio y Eduardo, no recibieron el voto de familiares ni amigos (ni siquiera recibieron un voto golondrino), todo indica que al menos Eusebio votó por sí mismo. Distinto es el caso de Eduardo, quien, quizá falto de confianza luego de estudiar a fondo sus propuestas, decidió no darse el beneficio de la duda.
El suceso también es un paradigma de increíble mala suerte. Vayan como ejemplos que a ningún sartimbambino se le corrió accidentalmente el aspa hacia la casilla de Somos Perú al marcar su preferencia y que Eduardo no recibió ni un solo voto “de tin marín de do pingüé” (método de votación que, se sospecha, sigue el 30% de electores peruanos).
En todo caso, don Eduardo puede estar tranquilo. No solo obtuvo el mismo número de votos que García Sayán habría logrado si postulaba a secretario general de la OEA, sino que puede extraer algo positivo de su revés: salvo que postule por el PPC, peor no le podrá ir en las próximas elecciones.