Buenas noticias, hermanos españoles: tienen un mesías. Me refiero, por supuesto, a Pablo Iglesias, líder del grupo Podemos. Armado de un sugestivo nombre, de una larga cabellera y de una serie de buenas ideas, traerá la solución a todos los problemas de la Madre Patria.
Es verdad que algunos tuvieron dudas. “¡Chavismo!”, gritaban. Pero el miedo –más o menos influido de frases como: “Los seres humanos nacen y mueren tarde o temprano, no hay nada de extraordinario en ello, pero los mitos, cuando se encarnan en un pueblo, se hacen inmortales”, con las que se refería al comandante– se probó completamente infundado cuando presentó el viernes el borrador de su proyecto económico. Iglesias solo busca lo que cualquier persona de centro querría, y cito: “Contratar a más personas y que todas las personas dispongan de más tiempo libre”. ¿Cómo lograr esta aparente contradicción? No es tan difícil como se cree, la receta nos la da el propio Iglesias: alcanzar el pleno empleo apoyándose en la creación por parte del Estado a través de la expansión de los servicios públicos y, al mismo tiempo, bajar la jornada laboral.
Con líderes europeos como esos, ¿quién necesita voltear a nuestro pobre continente por ideas?