Nos solidarizamos con el alcalde arequipeño, Alfredo Zegarra, quien viene siendo criticado por decidir construir un ecoparque en el distrito de Yura, el cual tendrá un costo de S/.4 millones y contará con quince dinosaurios de tamaño real.
En defensa de Zegarra, primero rescatemos que tiene un vicio sano: mientras que algunos políticos trafican con influencias, él colecciona saurópodos. Es más, creemos que su hobby debería servir de ejemplo a ciertos congresistas, quienes podrían emplear su tiempo más productivamente recolectando fósiles de trilobites en lugar de andar bautizando al cielo peruano o declarando el día del huevo chimbo.
Tampoco se ha resaltado la adecuada justificación que Zegarra dio para su proyecto: “Los dinosaurios son parte de la historia”. Así, se sabe que el ecoparque incluirá ejemplares milenarios indispensables para entender nuestra historia actual, como el toledosaurio (criatura que sacrificó a su dinosuegra) y un tiranosaurio apristex (que se dedicaba a indultar dinarcosaurios).
Pero la crítica más injusta contra Zegarra apunta que el presupuesto asignado al proyecto podría usarse en resolver la terrible situación de Yura. Un reportaje hasta mostró a una vecina preguntándose irónicamente si, ante una emergencia de salud, un dinosaurio haría de doctor. Olvidan estos críticos el simbolismo del proyecto. Faltarán agua y desagüe, pero tendremos un ecoparque con diplodocos y brontosaurios para recordarnos que las ideas de ciertos políticos parecen sacadas del Mesozoico.