Heriberto Benítez ha dicho que ya no pone las manos al fuego por César Álvarez. La aclaración vino porque, seis meses atrás, había expresado lo contrario (adujo que lo hacía por falta de pruebas). Este cambio de parecer ha generado opiniones diversas.
Así, un sector especula con que no es ningún mamerto y, temiendo ser involucrado con Álvarez, al principio lo habría apoyado por razones estratégicas. En parte, estas especulaciones se basan en que, según encuestas confidenciales, hace seis meses el número de personas que creía en la inocencia de Álvarez era menor al que, por ejemplo, cree en Papá Noel o en las cifras del ministro Daniel Urresti.
En la orilla contraria, un grupo minoritario (y quizá unitario) considera que Heriberto solo aplicó la presunción de inocencia y, por ende, inicialmente mostró su apoyo a Álvarez, quitándoselo solo ahora que hay evidencias más comprometedoras (aunque el mismo grupo reconoce que, tras seis meses al fuego, actualmente las manos de Heriberto serían un injerto).
Veremos qué le deparará el destino al congresista Benítez, pero si su situación se complicase más y optase por la clandestinidad, solo le pedimos encarecidamente que no se haga retoques ‘avant-garde’ en la testa para intentar pasar inadvertido. Y es que luego de ver a Benedicto Jiménez tratando de camuflarse como Cary Grant, como que ya tuvimos demasiado.