Maradona, quien lleva cincuenta años buscando dar orden a su vida, cree haber encontrado el camino una vez más, ahora conduciendo un programa de fútbol. Como anfitrión de “De zurda” (espacio sin connotaciones políticas), además de recordarnos sin descanso por qué siempre será el más grande, gracias a su mano divina (mano que, claro está, no es invisible), nos muestra ese lado de comentarista atinado que no le conocíamos, haciendo apuntes sobre la revolución cubana, halagando a Cristina, o invitando a Rafael Correa para charlar sobre balompié.
El show no alcanzó su cumbre, sin embargo, hasta esta semana semana, cuando recibió una carta de “el más grande de todos” (como él lo llama), una persona cuya cara lleva en la pantorrilla, literalmente, como tatuaje: Fidel Castro. El ex presidente vitalicio cubano –que debería su “espíritu de lucha” a haber sido delantero de niño, como el Diego– le aseguró a Maradona que nunca olvidará la amistad que el crack argentino le brindó a su ahijado Hugo, quien –muy convenientemente, nos venimos a enterar– fue en vida “promotor del deporte y la revolución de América Latina y los pueblos subyugados del mundo”.
Fidel aprovechó también la misiva para saludar a Messi, asegurando que –como digno sucesor del ‘Pibe de Oro’– “nada puede superar” lo que tiene “de gloria y prestigio a pesar de los mezquinos esfuerzos de los intrigantes”. La ‘Pulga’ salió ganando: un abrazo del padre de todos los dictadores, y de yapa, una buena razón para justificar la derrota si cae rendido ante las intrigas del imperio.