Presentamos nuestras públicas felicitaciones al alcalde de Lima, Luis Castañeda. En pocos días nos ha hecho recordar una de las características más saltantes de sus anteriores gestiones, que tan buenos resultados le generaron en las encuestas. Nos referimos, naturalmente, al uso del color amarillo en parques, plazas y en cuanta pared edil encuentre.
Reconforta saber que, en un contexto de auto anunciada crisis económica y quiebra institucional, la nueva gestión priorice de manera adecuada sus inversiones. Y es que en una ciudad donde parte de la anatomía de un jumento define el color de su cielo (“panza de burro”), todos sabemos la importancia de contar con un color alegre que ayude con los ánimos de la población. ¿Y qué color más alegre que el amarillo coquetón elegido por nuestro burgomaestre?
No faltarán los aguafiestas que critiquen que el color y la tonalidad elegidos sean los mismos que los del partido político del alcalde. Observación frívola que solo nos muestra el buen gusto con el que cuentan los amigos de Solidaridad Nacional.
Siga alegrando la ciudad, señor alcalde, y responda a sus críticos haciendo gala de sus conocidos dotes histriónicos y amor por la cultura. Ante los cuestionamientos, recite a viva voz al poeta Juan Ramón Jiménez: “Abril venía, lleno todo de flores amarillas: amarillo el arroyo, amarillo el vallado, la colina, el cementerio de los niños, el huerto aquel, donde el amor vivía.”