Tal vez lo que más ha asombrado del ministro Daniel Urresti es su capacidad para, en los momentos más oscuros, ver la vida con una sonrisa. Hace algún tiempo, por ejemplo, mostró tomar las críticas de ex ministros con humor: armado de una provocadora sonrisa dijo no confiar en ellas, ya que provenían de personas que no habían trabajado en este ministerio, pues, muy fino, aseguró que “haber sido ministro del Interior no significa haber trabajado”. “Su chiquita pues, si me insultan, se ríen”, remataba juguetón.
La semana pasada, por otro lado, preguntado sobre si su estilo de trabajo favorece la popularidad de Humala, contestó, con un despliegue de conocimiento sobre el humor popular: “¿Por qué no [me] mandan a una reportera y [me] mandan a ‘Esto es Guerra’?”. Inquirido en otro momento por el Caso López Meneses, respondió lleno de ingenio y como quien aligera el ambiente: “Mire mi querido prospecto de periodista”, seguido de una enorme carcajada.
La última ocurrencia se ha producido a raíz de la más reciente buena noticia para la seguridad ciudadana: el respaldo al ministro Urresti creció de 25% en julio a 42% en agosto. El ministro recibió estos datos con una última y pequeña broma: atribuyó su buena estima a que “estamos haciendo un buen trabajo”.