El ministro Urresti está contrariado porque la prensa no lo entiende y, según dice, lo ‘tragiversa’. Una posibilidad, claro, es que esto obedezca al hecho de que confunda ‘tergiversar’ con ‘tragiversar’, así como en otro momento confundió droga con yeso. Pero lo más probable es que se deba a una mala voluntad de los medios, que andan caricaturizando y satanizando sus propuestas.
A su reciente iniciativa para que se “suspenda definitivamente” –imaginativa contradicción en los términos– el uso de lunas polarizadas en los vehículos, le han inventado, por ejemplo, mil motivaciones subalternas que se apartan de los motivos que él meridianamente expuso cuando anunció la medida. La idea es evitar tanto asalto que se comete al amparo de esa opacidad, cuando no frustrar el afán de “hacer travesuras sin que los vean” que, de acuerdo con Urresti, anima a los dueños de ese tipo de automóviles. Y sin embargo, el periodismo local se burla y dice que lo que quiere es distraer la atención de sus últimas astracanadas y que su siguiente disposición será seguramente prohibir el uso de los lentes oscuros porque impiden detectar las miradas protervas en quienes se aprestan a delinquir y dañar al prójimo. Basta ya, colegas. Déjense de torcer las palabras del ministro que, como es obvio, él ya les está torciendo lo suficiente. Y, sobre todo, déjense de darle ideas.