Últimos meses con Alejandro, por Damita de Hierro
Últimos meses con Alejandro, por Damita de Hierro
Redacción EC

Los últimos 22 meses de Alejandro Toledo han sido nefastos. Si bien es cierto que hubo pequeños fulgores de alegría –como el Ice Bucket Challenge con Eliane, en Stanford, que llenó de alegría y sensualidad a los internautas–, en general ha sido, para el ex presidente, un tiempo infeliz.

Es por eso que me llena de contento la victoria que, aunque pequeña, ha tenido Alejandro esta semana. No ha sido mucho, pero al menos ha servido para restaurar su fe en el sistema. Un sistema que, por lo demás, venía siendo manipulado (y aquí permítanme tomar una frase suya, recordando su tono grave y ese inconfundible ritmo de estadista) por “una mano negra, que no nos perdona lo que hicimos para recuperar la democracia”.

La decisión del Ministerio Público de separar de su cargo a Marco Cárdenas –hasta entonces responsable del caso en el que estaría falsamente implicado el ex presidente–, habría llevado a Toledo a reencontrarse con esa fe olvidada. Pues, como se recordará, a mediados de enero la policía detuvo a Cárdenas manejando con uno que otro, que otro, que otro trago de más.  

“Una persona que llega a tal nivel de alcoholismo, que se queda dormido en un semáforo, no tiene autoridad moral para emitir una opinión sobre nuestro caso”, ha dicho un indignado Toledo, sin ironía. Y con razón. Solo nos queda esperar a que se encuentre una persona que sí cuente con la autoridad moral requerida para el caso, una persona que no mancille, con sus copas de más, un cargo público de esa majestad.