¡Vamos a ver la placa, oe!, por Sostiene Menéndez
¡Vamos a ver la placa, oe!, por Sostiene Menéndez
Redacción EC

A pesar de las súbitas y eficaces portátiles que logró organizar, , nacionalista y ex jefa de la , cometió también algunos errores. El más infame ha sido el revelado este fin de semana, pues se supo que la Onagi repartió a los más pobres, en un alarde de ironía capitalista, donaciones sin sentido para personas sin electricidad: cables para conectar las computadoras al televisor, racks para plasmas, e incluso una waflera que habría sido presentada como “una cocinita”.

, nacionalista que no ha sido ajeno a los escándalos de Escalante (aunque lo haya parecido), ha tratado de dar una lección a todos los seudonacionalistas. ¿Y cómo? Pues yendo a hacer obra. “Estamos cansados de que cuando estamos mal [...] nos tienen que llevar a la costa. Ahora, más bien, si quiere la costa, que venga acá a atenderse”. “Acá” es el nuevo hospital que el cada vez más locuaz presidente inauguró en Tarapoto. Es cierto que ha tenido algunos inconvenientes (ascensores sin habilitar, baños sin instalar, máquinas para esterilizar que no funcionan), pero, como diría Castañeda, obra es obra.

La enorme conciencia social de Humala, por lo demás, no solo se diferencia de la de Escalante porque en su caso es evidente que le importa el pueblo, sino también por su capacidad para responder a los críticos (una habilidad que la ex jefa de la Onagi nunca dominó): cuando alguien –probablemente de un medio concentrador– le preguntó por las deficiencias del hospital, el presidente sentenció, contento: “¡Vamos a ver la placa, oe!”. Nacionalismo que vale.